“Seis años sin banco”, decía una de las mantas de protesta en Aguililla, Michoacán, en julio pasado, ante los crecientes enfrentamientos de la población con el narcotráfico y la falta de servicios básicos.
Entre las complicaciones de vivir en terrenos dominados por el crimen organizado, el manejo de dinero en municipios con poco o nulo acceso a servicios financieros implica estrategias para que el pago de créditos y acceso a otro tipo de productos formales sigan operando.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la última sucursal y cajero en Aguililla fue de CitiBanamex, y estuvo en operación hasta marzo de 2015, en uno de los territorios más conflictivos del país, en la Tierra Caliente de Michoacán.
“Hay un Bancomer en la cabecera municipal y los que prestan son las personas que nos fían el fertilizante y las semillas”, dijo Arturo, autodefensa en Tepalcatepec, Michoacán, quien considera al igual que otros pobladores, no cosechar porque las tierras están ocupadas por el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Entre las pocas opciones para acceder a los servicios financieros, Arturo explica que en la zona sólo está presente la caja de ahorro Alianza. En un entorno en el que la población que pudo se fue a Estados Unidos y hoy manda remesas a familiares que siguen en la zona, los dólares alivian a algunos y otros sobreviven en cocinas comunitarias.
Consultados por EL UNIVERSAL, bancos y otros jugadores del sector financiero en México explican sus estrategias para operar sucursales y mantener el flujo de efectivo en zonas complicadas por la inseguridad.
“Nuestro modelo de negocio implica visitar al cliente en sus comunidades. Tomamos las medidas preventivas para proteger a nuestros colaboradores y clientes como prioridad y hacemos adecuaciones a nuestra metodología con ese fin.
Otros jugadores importantes del sector financiero popular consultados pidieron no ser citados, pero detallaron que si bien han podido seguir trabajando con sus clientes pese al entorno de inseguridad y mantienen su número de sucursales intactas, para sus usuarios eso implica recorrer largos trayectos si quieren acceder a los servicios financieros.
“Sí tenemos clientes que recorren una gran distancia. Hay a quienes les toma entre cinco y seis horas de camino llegar a hacer operaciones financieras.
Para los grandes jugadores del sector bancario en México, la inseguridad ha implicado reforzar operaciones. En opinión de Santander México, tampoco han cerrado sucursales por el tema, pero reconocen el riesgo de robo en los municipios más violentos.
“Se ha fortalecido la seguridad física y electrónica en aquellos municipios con mayor incidencia delictiva, lo que nos ha permitido la disminución de eventos de robo en comparación con 2019 y 2020.
“Ningún municipio presenta problemas para operar sucursales o cajeros. El riesgo de robo de valores es mayor en los señalados como de mayor incidencia delictiva por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP)”, dijo Ramos Ortiz, director Ejecutivo de Prevención y Seguridad en Banco Santander México.
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