Las mujeres en México encontraron en el emprendimiento un espacio propicio para regresar al mercado laboral tras la pandemia, pero principalmente en el sector informal, indican datos del Inegi.
El número de empleadoras en el país pasó de 550.7 mil en el cuarto trimestre de 2019 a 701 mil en los últimos tres meses de 2023, un crecimiento de 27.4%, tasa muy superior a la de 8.3% de los hombres en el mismo periodo.
Desafortunadamente, el mayor dinamismo de empleadoras se dio en la economía informal. Mientras que la cantidad de empresarias formales creció 20% en los últimos cuatro años, las que operan en la informalidad subieron 37.3%.
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De acuerdo con la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresas (AMMJE), los negocios que inician las emprendedoras mexicanas están mayormente enfocados al consumo (62.3%), y aunque suelen ser menos tecnológicos e industriales, 17.8% ofrecen productos o servicios únicos, algo que los hace los más “innovadores”.
Otro segmento relacionado con el emprendimiento femenino es el número de mujeres que trabajan por su cuenta, que en el periodo de referencia pasaron de 5 a 5.5 millones, un crecimiento de 9.2%, contra 4.2% del segmento masculino.
La mayor alza de 2019 a 2023 se dio en el sector informal, con alza de 9.6%, contra 6.7% del formal, y casi nueve de cada 10 mujeres laboran por su cuenta en la informalidad.
Claroscuro laboral
Tomando en cuenta la falta de apoyos y flexibilidad en trabajos formales, así como sus responsabilidades con la familia y el hogar, la informalidad es el camino de la mujer para abrirse paso en el mercado laboral, opinó Ivonne Vargas, representante para Latinoamérica de The Workforce Institute.
En particular, el emprendimiento es un esquema que las mujeres eligen por practicidad, pero ya dentro, hacen bien las cosas y avanzan en términos económicos, agregó.
Pese a la precariedad de crecer en la informalidad, “son cifras alentadoras, porque las mujeres somos un motor importante y hay mayor participación femenina en la economía a diferencia de otros años”, destacó Yvette Mucharraz, directora del Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección del IPADE.
En su opinión, uno de los factores que influye en la decisión de las mujeres para emprender es la brecha salarial. En términos relativos, el ingreso de los hombres ocupados es 1.3 veces mayor al de las mujeres, indican cálculos del Coneval.
Financiamiento, un desafío
Aunque en los últimos años se ha hecho un esfuerzo para reducir la brecha de género en los negocios, aún son muchos los obstáculos a enfrentar por las mujeres en el mundo empresarial, destacó Vargas.
Entre los principales problemas destaca el acceso al crédito y la educación financiera, agregó.
Aunque más de la mitad de las micro, pequeñas y medianas empresas son propiedad de mujeres, de acuerdo con un estudio elaborado por BID Invest, la mayoría operan en el sector informal, lo que limita sus recursos financieros.
Sólo un tercio de los bancos comerciales en América Latina encuestados en el estudio tienen estrategia de mercado para la mujer, pese a que las clientas de banca personal y empresarial pagan sus préstamos más rápido que los hombres.
El reto es desarrollar estrategias que apoyen a las empresas de mujeres para que se mantengan en el mercado y se integren más al sector formal, dijo Vargas.
Pese a los problemas, la perspectiva es positiva, pues habrá más mujeres que emprendan, lo que se aprecia entre las millennials como centennials, estimó Mucharraz.
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