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De saco, playera y mezclilla, Gustavo Huerta, fundador y director de Blue Box, opera desde una pequeña oficina tapizada con colores llamativos en Polanco. Conversador nato, el emprendedor michoacano tiene una empresa que factura 7 millones de dólares anuales y prevé acelerar a 30 multinacionales este año.
Blue Box es una startup (compañía emergente relacionada con la tecnología) que vincula a grandes empresas con startups que den soluciones a problemas específicos y que impacten a su modelo de negocio.
“Este año vamos a trabajar con 30 clientes globales. Entre las empresas más activas está Grupo Bimbo y Grupo Modelo. Administramos fondos de Corporate Venture Capital y seremos referente en más de ocho países, estamos creciendo al doble”, comentó.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Huerta enfatizó que su empresa no es aceleradora de negocios, sino una administradora de aceleradoras, en la que su propuesta de valor consiste en que los emprendimientos deben causar un impacto a las multinacionales.
Parte de su inspiración estuvo en Disney Accelerator y tras sus propias investigaciones, desarrolló un modelo de negocios que presentó a Cinépolis, la cual apostó por su idea y se convirtió en su cliente.
“Creamos una metodología, empezó de manera empírica a prueba y error, después lo perfeccionamos. Un corporativo paga mucho por estudios, que les digan dónde están los retos del futuro, nosotros tomamos esos estudios y los convertimos en una estrategia para una aceleradora.
“Definimos las líneas de acción, qué tipo de startup se debe atraer y cómo colaborar, por ejemplo, podrías empezar con una startup de inteligencia artificial como Cinépolis, que hoy vende un millón de boletos con esa tecnología.
“Hacemos investigación, luego seleccionamos las compañías a escala global, las soluciones vienen de Israel, Europa, Estados Unidos, México, Argentina, porque al corporativo le importa la solución”, dice.
Las primeras evaluaciones de Blue Box para estudiar a las startup y sus aportes inician con un universo de 5 mil compañías, luego se reduce a 250 y terminan con acuerdos para trabajar con 16 o 20 compañías para un sólo corporativo.
Al término del proceso, la multinacional decide si invertir o no en la compañía, ya que algunas se mantienen sólo como proveedoras de servicios o soluciones.
Golpe emprendedor. Para Huerta, el entorno de emprendimiento en México requiere ser impulsado por universidades, empresas y el gobierno, por lo que la desaparición del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem) tuvo un impacto brutal: “Este instituto sí financiaba algunas etapas iniciales de las empresas, es una lástima que no exista y que instituciones de mucho prestigio no hayan alzado la voz”, explicó.
Para Huerta, si México quisiera más empresas y lograr mayor competitividad, necesitaría más fondos de descubrimiento: “Estas empresas generan empleos de gente calificada y de alto impacto”.