Es conocida la altísima y permanente presión a la que están sometidas las personas clave de las empresas. Quienes dirigen organizaciones viven en un estado de amenaza constante, fruto de la incesante lucha por incrementar su capacidad competitiva y maximizar su rentabilidad. Este imperativo puede generar estrés a escalas tan desbordadas que invariablemente disparan las epidemias del siglo XXI, la ansiedad, la depresión y la hostilidad, todas ellas elementos del “burnout”. Al mismo tiempo, la realidad advierte que la salud mental y emocional de estos líderes no recibe la atención que requiere, a pesar de ser fundamental para la continuidad del negocio.

Según afirma Jon Ronson, en 4% de los líderes de las empresas, este contexto da pie a comportamientos semejantes a los de un psicópata, tales como rencor y falta de empatía, soberbia fantasiosa, falta de remordimiento, afecto superficial, manipulaciones, temeridad, o promiscuidad sexual.  Lamentablemente, aún ante la evidencia, también sigue sucediendo que dicha realidad no genera conciencia pues persisten prejuicios que impiden a muchos empresarios y directivos asumir limitaciones personales, o bien que las empresas revisen la nocividad de sus costumbres de trabajo.

Suponerse invencible y el temor a pedir ayuda son notas características de quienes detentan altas responsabilidades. Por otro lado, resulta muy frecuente hallar culturas organizacionales en donde uno de sus supuestos básicos lo constituye, literalmente, dar la vida por la empresa y, por supuesto, descartar del equipo de dirección o del consejo de administración a quien exhiba un comportamiento contrario -incluso bajo instrucción médica.

Resulta imperioso, por tanto, comprender la importancia del monitoreo de la salud mental y emocional de empresarios y directivos, así como elaborar políticas y prácticas para promover su mantenimiento en las mejores condiciones, entre ellas, destaco las siguientes:

1. Conducirnos con seriedad ante la Salud: Crear un ambiente de trabajo donde se valore y promueva el bienestar mental y emocional es crucial, así como dar ejemplo desde la alta dirección de estar atentos al equilibrio entre encargos, objetivos y recursos, de advertir oportunamente anomalías que requieran intervención y acercar los medios para tratarlas.

2. Desarrollar Resiliencia: Ofrecer entrenamiento en la capacidad de recuperarse de situaciones adversas con herramientas y técnicas para comunicarse con efectividad, manejar el estrés y adaptarse a los desafíos.

3. Comprobar que hay equilibrio entre Vida y Trabajo: Identificar que se procura balancear oportunamente las labores profesionales con el cumplimiento de las obligaciones personales. Difundir historias y ejemplos de éxito en la empresa sin sacrificar la salud integral.

4. Acceso a Servicios y Recursos: Establecer convenios o asociaciones con profesionales de este campo para ofrecer servicios de apoyo según se requieran. Aplicaciones, plataformas y herramientas digitales sencillas y flexibles están al alcance de un clic, y pueden integrarse con facilidad en la rutina diaria.

5. Practicar la Autocompasión: Desenvolverse con amabilidad hacia uno mismo en momentos de fracaso o dificultad. Admitir que es normal cometer errores y que se está al cuidado de la salud individual como condición para optimizar el desempeño propio.

El cuidado de la salud mental y emocional de los empresarios y directivos no es un lujo, sino un factor de competitividad cuando las organizaciones reconocen que el bienestar de sus líderes es fundamental para la sostenibilidad y el éxito a largo plazo.

Profesor del área de Factor Humano de IPADE Business School.

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