Las naciones nórdicas parecen perfectas. No sólo comparten la cruz escandinava como elemento común en sus banderas, también se asemejan por liderar las listas de países con mayores niveles de desarrollo socioeconómico, educación, calidad de vida, felicidad, mercado laboral e igualdad. Para muchos son el paraíso.
Y sí, son territorios que por su naturaleza, ubicación geográfica y estado de bienestar tienen mucho que presumir… pero también hay un rostro poco conocido que pone en entredicho esa perfección.
Las historias de soledad, depresión, alcoholismo y problemas de salud ensombrecen la utópica idea de primer mundo que se relaciona con Islandia, Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega.
Son tres los factores que inciden en estas situaciones: el clima, que llega a ser muy frío más de la mitad del año; el tiempo, que suele ser extremo en sus dos variantes: días con luz que duran hasta 24 horas o jornadas en que amanece a las 9:00 horas y oscurece a las 14:00, y la ubicación territorial, prácticamente lejos del resto de los países.
Islandia, el rey de los antidepresivos
Es la nación que ha llevado a cabo más políticas para cerrar la brecha de ingresos entre hombres y mujeres, así como legislaciones para que haya cuotas corporativas que aseguren que ellas tengan una representación mayor en altas direcciones de empresas.
Sin embargo, encabeza la no muy presumible lista del consumo de antidepresivos.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2017, en ese país se registra el suministro de 141.4 dosis diarias de antidepresivos por cada mil habitantes.
Expertos atribuyen que el crecimiento en el consumo de estos medicamentos se debe a un debilitamiento de los tabúes sociales y hay quienes señalan que se disparó luego del fracaso de los tres bancos más grandes de ese país en la crisis financiera de 2008-2009.
Un dato curioso es la alta posibilidad del incesto accidental. Por su poca población hay un alto riesgo de que dos islandeses que se conozcan en una cita sean familiares. Por eso crearon una app para evitar un desafortunado encuentro.
Dinamarca, la lucha contra el cáncer
Es el país más pequeño entre los nórdicos, con una extensión de casi 44 mil metros cuadrados y una población de 5.6 millones de habitantes, similar al número de personas que viven en Guanajuato.
La tierra de Hamlet, el príncipe más famoso gracias a la obra de William Shakespeare, ocupó el décimo lugar en el ranking de competitividad del WEF.
Una de sus mayores virtudes descansa en sus buenos resultados laborales, los cuales se basan en la conciliación de una economía de mercado efectiva y una fuerte protección a los trabajadores. Destaca también por el rubro de innovación y por el número de patentes y marcas registradas.
Entre sus grandes problemas y desafíos está que por dos décadas ha sido la nación que más pacientes con cáncer tiene.
El más reciente informe de la OCDE sobre el estatus de salud en los países ubicó a Dinamarca con una incidencia de 338 casos por cada 100 mil habitantes, el más elevado.
Estos datos muestran que uno de cada tres daneses es vulnerable a esta enfermedad y que sólo 60% de ellos sobrevive después de cinco años de su diagnóstico. Es más grave en el caso de mujeres que en hombres.
Finlandia, la resaca del alcohol
Finlandia, hogar de los Angry Birds, Los Moomin y de la emblemática marca telefónica Nokia, es un territorio con 338 mil 145 kilómetros cuadrados y está habitado por 5.4 millones de personas, casi como Chiapas.
Los finlandeses tienen mucho que presumir: han liderado los rankings del país más feliz del mundo, del más estable, el más libre, el más seguro, el de mejor gobernanza, con el crimen menos organizado del planeta y el sistema judicial más independiente.
Pero la joya de la corona es su sistema educativo, considerado el mejor.
De entrada, el gobierno suprimió la educación privada para que todos los alumnos tuvieran las mismas oportunidades, sin importar condición social ni económica. Otra innovación fue que los niños entren a la escuela una vez cumplidos los siete años, con el objetivo de que antes desarrollen su infancia. Los horarios son cortos, las vacaciones largas, no hay aulas, tareas ni exámenes.
Sin embargo, hay un problema que sus habitantes saben que padecen desde hace mucho tiempo, y aunque han hecho esfuerzos por corregirlo, aún hay enormes desafíos.
El consumo de alcohol en ese país es uno de los más altos. Datos de la OCDE muestran que las personas mayores de 15 años beben en promedio 8.4 litros al año.
El problema de esta enfermedad era más elevado años atrás, y si bien ha disminuido, la embriaguez y los riesgos asociados a ese estado son todavía comunes.
Hay datos sobre los hábitos del consumo del alcohol que indican que 57% de la población finlandesa ha excedido el límite de lo bebible al menos una vez en el año.
Suecia, la durísima soledad
Es el país más grande y el más poblado entre los nórdicos, con 450 mil 295 metros cuadrados y 9.5 millones de habitantes, el equivalente a la suma de quienes viven en la Ciudad de México y en Quintana Roo.
Es la cuna de Alfred Nobel, por quien entregan los premios internacionales a personas o instituciones que aportan a la ciencia, investigación o a la humanidad. Ahí nació el famoso cuarteto de pop ABBA, el multipremiado y reconocido director de cine Ingmar Bergman, la estrella de futbol Zlatan Ibrahimovic y la aplicación de música Spotify.
Justo esta multiplataforma es ejemplo de cómo el país ha entendido el cambio tecnológico y se coloca como punta entre los más preparados para aprovechar las oportunidades que da la innovación.
Es la nación mejor ubicada en el índice de competitividad del WEF entre los nórdicos, al situarse en el lugar nueve en 2018.
Destaca por la calidad de su conectividad en banda ancha móvil y fija, así como en habilidades digitales de su población... Pero detrás de esas cifras exitosas hay una fuerte realidad y dura historia que experimenta a diario gran parte de su población: la soledad.
El documental La teoría sueca del amor, disponible en YouTube, muestra los efectos que ha causado la política de que ninguna persona, sin importar edad o condición física, dependa de otra económicamente.
Es un país que se ha acostumbrado a que una gran cantidad de sus habitantes —la mitad de ellos, de acuerdo con el documental— vivan solos, que sean aislados, una condición que prácticamente llevan hasta el fin de sus días, pues en muchos casos mueren sin nadie que reclame los cuerpos o esté presente en sus funerales.
Noruega, la dicotomía ambiental
Es la tierra del bacalao, de la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, el reino de los osos polares y las auroras boreales. Noruega tiene una extensión de 323 mil 800 kilómetros cuadrados y una población de 5.1 millones personas, semejante a la de Nuevo León.
El país ocupa los primeros lugares en el ranking general del Índice de Prosperidad, en el que destaca por el desempeño positivo en pilares como seguridad y capital social.
En el más reciente informe de competitividad del WEF se ubicó en el lugar 16 y en el de felicidad de la ONU fue el segundo mejor rankeado. A esta nación también se le califica como la mejor democracia del mundo, de acuerdo con la consultora londinense Economist Intelligence Unit.
Sin embargo, el mayor reto que vive es en el tema del medio ambiente.
Aunque se trata de un país elogiado por sus prácticas ecológicas —es líder en vehículos eléctricos y casi toda su fuente de luz proviene de energías renovables—, su banco central ha aconsejado al gobierno abandonar las inversiones petroleras y en gas.
La sugerencia se debe a su dependencia del petróleo: es el séptimo exportador global, según el Oil Change International. Sus autoridades extendieron la exploración del recurso por el Ártico Noruego. Incluso, la participación de firmas foráneas para explotar pozos ha recibido críticas, porque es uno de los ecosistemas más frágiles del mundo.
Además, ha estado inmerso en la polémica de pobladores aledaños y de ambientalistas, luego de que el gobierno aprobó un plan para permitir que millones de toneladas de desechos industriales se viertan en el fiordo. Ante las críticas, las autoridades noruegas han puesto como meta reducir las emisiones de los nocivos gases de efecto invernadero, impedir la deforestación y garantizar el desarrollo económico y la seguridad alimentaria en el futuro.