La r eincorporación al mercado labora l en México al inicio de este año está más limitada para la mujer que para el hombre sobre todo por las responsabilidades que ellas tienen en el hogar, así como por las exigencias de los empleadores, advirtieron especialistas en el tema.
En los primeros dos meses de 2023 se han generado 287 mil 573 nuevos empleos en el sector formal de la economía, de los cuales sólo 94 mil 272 plazas, es decir, una tercera parte (32.8%), han sido ocupadas por mujeres, de acuerdo con los datos más recientes publicados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Parte de las condiciones que limitan la posibilidad de las mujeres para obtener un puesto de trabajo, a diferencia de los hombres, es en buena medida su condición de madres de familia, el cuidado de los hijos y las responsabilidades del hogar, lo que limita el tiempo que pueden destinar al trabajo remunerado”, comentó en entrevista Héctor Magaña, coordinador del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey.
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La participación de la mujer en los empleos generados durante el primer bimestre de 2023 es superior a la proporción de 24.7% reportada antes de la pandemia de Covid-19, debido a que muchas trabajadoras que durante la crisis sanitaria no lograron sumarse al mercado laboral ahora lo están haciendo, pero a un ritmo más pausado que el hombre.
Adicionalmente, el número de empleos ocupados por las mujeres durante el primer bimestre de este año todavía es insuficiente para recuperar los 124 mil 699 puestos que perdieron las trabajadora s despedidas en diciembre pasado.
“Las mujeres expresan una urgencia de armonizar su vida personal, familiar y laboral. Equilibrar las áreas donde históricamente se han visto vulneradas, buscando erradicar el miedo a perder su empleo por ejercer roles de cuidado o acciones que procuren su salud mental”, explicó Mónica Flores, presidenta de ManpowerGroup LATAM.
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Amplia desigualdad
Las mujeres de 30 a 34 años concentraron 35.7% de las plazas generadas ocupadas por trabajadoras, seguidas de las de 40 a 50 años, con 24.6%. Por el contrario, las que tuvieron una menor participación fueron las jóvenes de 15 a 29 años, con apenas 10.1%, así como las adultas mayores de 60 años, con únicamente 6.3%.
Por otra parte, el número de desocupados en el primer mes del año aumentó en 157 mil 847 personas, de las cuales 60.5% o 95 mil 513 fueron mujeres, conforme a resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi de enero pasado.
Asimismo, del total de la llamada población no económicamente activa disponible, es decir, que si bien no busca empleo, sí tiene la disposición de trabajar si hubiera alguna oportunidad, las mujeres representan 60.3%, es decir, 4.7 millones.
Por su parte, las mujeres que contaban con un empleo sumaban 21 millones 745, lo que equivale a 39.1% del total, de las cuales 59% no tenían acceso a las instituciones de salud, y 55.5% se encontraban empleadas de manera informal, sin prestaciones laborales ni pensión.
En desventaja
La informalidad es un refugio para todas aquellas mujeres que buscan una oportunidad laboral, debido a que no están sujetas a un horario de trabajo equiparable a una fuente de trabajo formal, comentó Magaña.
Sin embargo, las retribuciones salariales por este tipo de trabajo resultan inferiores a las de un empleo formal, de manera que, en muchas ocasiones, las mujeres deben tener dos o tres fuentes de trabajo adicionales en el sector informal para poder obtener una remuneración adecuada, comentó el especialista.
Los hombres ocupados reportaron una percepción real mensual de 7 mil 67.65 pesos y las mujeres de 5 mil 522.43 pesos; de tal forma que el ingreso laboral de ellos equivale a 1.3 veces el de ellas, de acuerdo con los datos al cuarto trimestre de 2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval).
“La desigualdad que violenta los derechos de millones de mujeres en México tiene una raíz económica: carecen de ingreso propio por no tener trabajo o, peor aún, por no poder salir a buscar trabajo y carecer del ingreso suficiente para cubrir las necesidades básicas, lo cual les impide superar el umbral de pobreza”, afirmó Paulina Gutiérrez, integrante de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
Agregó que, “en sí mismas, estas situaciones de exclusión y precariedad laborales son una violación al derecho humano al trabajo de las mujeres y, además, son causa de otras desigualdades, como por ejemplo en el acceso a la salud, a vivienda digna, al tiempo libre e, incluso, a la participación ciudadana y política”.
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