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La pérdida de tiempo y de recursos es el peor desperdicio que puede sufrir una empresa al echar a andar un nuevo proyecto. El directivo que busca lanzar un modelo de negocio perfecto con posibilidades de gran éxito al primer intento, debe recordar que las probabilidades de lograrlo son bajísimas. Prácticamente, inexistentes.
Por tal motivo, en vez de elaborar un plan de negocios robusto que considere todas las variables, los líderes empresariales deben darse la oportunidad de fallar cuantas veces se requiera y lo más rápido posible (fail often and fail fast) para poder aprender y con ello, crecer.
De eso se trata la metodología propuesta por Eric Ries en su libro Lean Startup, la cual plantea que la empresa debe lanzar una iniciativa con la versión más simple de lo que se desea desarrollar para crear, experimentar y así, ajustar su proyecto en un futuro.
De inicio, el director requiere plantear una hipótesis de la iniciativa, diseñarla, realizarla y explorarla para presentarla al mercado en un modelo a pequeña escala.
El objetivo es efectuar interaciones que brinden información sobre qué es lo que el público valida, aprecia y valora de la propuesta.Para ello, el directivo debe ser capaz de replantear su modelo rápidamente, echarlo a andar y corregirlo en cuanto sea posible. La idea es: falla pronto y mucho, pero falla.
¿Y qué sucede si no se obtienen los resultados esperados?
Si no logra sus objetivos, el líder empresarial necesita estar dispuesto a modificar su modelo de negocio y dar la oportunidad de encontrar el verdadero valor a la iniciativa, pero probando diferentes caminos. Es preciso interrogarse: si esto no funciona, ¿entonces qué sí?, ¿qué puedo cambiar?, ¿en realidad deseo volver a empezar?
Y así comenzar un sistema de mejora continua.
La idea es experimentar, aprender, equivocarse y corregir una y otra vez, hasta lograr un modelo de bajo riesgo que cumpla con las características y necesidades de los clientes.
Así, cuando se decida escalar el proyecto, la empresa tendrá más posibilidades de obtener éxito. La organización contará con un respaldo de 20, 30 ó 40 iteracciones probadas que le ayudarán a evitar errores catastróficos.
Esta metodología va más allá de un estudio de mercado. Aunque es cierto que lo puede integrar al proceso, el verdadero valor reside en la capacidad de renovar un modelo de negocio de manera constante y rápida. Dicha mecánica, permitirá al directivo probar diversas hipótesis: ¿cuál es el canal por medio del cual debo vender esto?, ¿cuáles son las características del producto?, ¿cuál es el target al que lo debo dirigir?, etcétera.
La ventaja de esta metodología es que genera muchos caminos y en el proceso ayuda al líder empresarial a conocer cuál es el mejor de todos, evitando pérdida de tiempo y por supuesto, dinero.
Miedo al error. En nuestra sociedad existe una mentalidad muy arraigada: es malo fallar, está mal equivocarse, a diferencia de los países orientales donde en el error se encuentra la OPORTUNIDAD. En México hay cierto orgullo y resistencia al desacierto, cuando en realidad, los errores generan aprendizajes más sólidos que aquéllos que provienen de los éxitos, ya que los errores detonan análisis más profundos.
En la esfera empresarial se ha insistido desde hace años: desarrolla un plan de negocios robusto y considera todas las variables para disminuir todo el riesgo posible desde un inicio. Sin embargo, no se trata de planear proyectos robustos, sino de implementar una metodología que permita a las empresas mejorar rápido sus iniciativas… ¡Fail often and fail fast!
Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School