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miguel.pallares@eluniversal.com.mx
Octavio Salas nació en la sierra nayarita. Cuando creció comenzó a trabajar como jornalero en los sembradíos de café. A su alrededor todo parecía llevarlo hacia un destino marcado por la pobreza, pero su búsqueda por encontrar nuevas alternativas de desarrollo lo llevaron a concluir sus estudios de preparatoria, universidad y ahora tener su propia empresa.
“Salí de mi comunidad desde pequeño, estudié mi preparatoria en Monterrey, terminé mi licenciatura en la Universidad Autónoma de Nayarit, y actualmente me dedico a ofrecer servicios de telecomunicaciones a través de internet de alta velocidad en la sierra”, dice Salas, quien tiene 29 años de edad, dos hijos y una esposa.
Octavio vivió en la comunidad de Santa Mónica, en el municipio de El Nayar, al occidente de Nayarit. De origen huichol y con semblante amable, el joven trabajó un tiempo en el ensarte, que es colocar las hojas de tabaco en un hilo de un metro de largo que se vende a los productores de cigarros.
“Dormía en el campo, entre los tabacos, a veces pasaban accidentes. Conseguí una beca personalmente con el respaldo de un centro educativo franciscano, fui becado para estudiar de tiempo completo la preparatoria, después por cuestiones familiares vine a Nayarit.
“Después estudié la universidad porque quería prepararme y dejar un ejemplo para la comunidad y la familia, que son los que luchan diario”, explicó.
Para Octavio, los jornaleros en el campo buscan generar un ingreso para sus familias, que en su mayoría es destinado para ropa y alimentación, pero cuando se quiere entrar a la universidad, uno de los principales bloqueos es el pago de alimentación, transporte, renta y colegiaturas.
De playera, mezclilla y un pequeño morral, Octavio Salas dice que hay programas empresariales donde se ha buscado mejorar la situación de los jornaleros en Nayarit y su impacto se nota en las condiciones laborales y calidad de vida de las familias; sin embargo, hay casos de empresas que también explotan a los trabajadores.
“Hay programas que ayudan a que sea bien pagado y haya una condición digna, tanto en salud, educación, trato y temas ambientales, y eso ayuda a que el trabajador pueda regresar el próximo año”.
Wifi al alcance. Su búsqueda por continuar con su crecimiento llevó a Octavio a sentirse limitado al trabajar para una empresa. Los frenos para continuar como empleado fueron el poco tiempo disponible para otras actividades, falta de confianza de los empleadores y bajos salarios.
“No es ambición, sino un compromiso de sacar adelante tu misión y tu objetivo. Ahí nace nuestra empresa en 2017, con dos socios más con los mismos ideales y que conocí en la sierra”, dice.
La empresa de Octavio ofrece internet por medio de wifi a través de fichas que permiten navegar por ciertos periodos, desde horas, días o meses. También ofrece planes de internet para hogares.
“Nuestros proveedores son de Estados Unidos y la empresa que nos surte los equipos tecnológicos tiene presencia en Monterrey, Guanajuato y Guadalajara. Instalamos las antenas de wifi unidireccionales controladas con dispositivos tecnológicos que no necesitan estar conectados a ninguna computadora, son automáticos”, añadió.
Tiene como meta llegar a por lo menos tres estados más este año, conseguir más clientes, pero sobre todo, alcanzar nuevos objetivos en una vida que nunca ha sido detenida por los obstáculos.
“Hoy estamos en seis poblaciones, pero esta empresa en un lapso de dos a cinco años tiene que cubrir Durango, Zacatecas, Nayarit y Jalisco, sobre todo en las partes más alejadas de los estados que son en su mayoría poblaciones indígenas que tienen escuelas, clínicas, centros productivos, pero por la falta de internet no tienen acceso a cierta información; ahora el acceso a la red se facilita con los smartphones, las tablets y cualquier persona puede estar conectada”, indicó.