Los bancos centrales enfrentan un entorno de creciente incertidumbre marcado por la deuda pública elevada, el cambio climático y la disrupción tecnológica, lo que exigirá reforzar sus marcos de política monetaria con “robustez, flexibilidad y realismo”, advirtió ayer el director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), Pablo Hernández de Cos.

Durante un discurso preparado en el marco del primer centenario del Banco de México, el directivo sostuvo que estos factores estructurales plantean retos inéditos para la estabilidad de precios y subrayó que la independencia y la rendición de cuentas seguirán siendo pilares fundamentales para que los bancos centrales mantengan la confianza de la sociedad.

“La independencia permite que los bancos centrales tomen decisiones de política monetaria con base en consideraciones económicas de largo plazo, libres de interferencias políticas de corto plazo (...) La rendición de cuentas es un contrapeso clave a la independencia”, señaló Hernández de Cos.

El director general del BIS explicó que la desglobalización y el aumento de tensiones geopolíticas ya han generado efectos divergentes sobre los precios y el crecimiento, mientras que el envejecimiento poblacional limita la oferta laboral y altera las tendencias de ahorro e inversión.

El cambio climático, agregó, también es un factor disruptivo, pues los eventos extremos presionan los precios de alimentos y energía, especialmente en economías emergentes, al tiempo que la transición hacia tecnologías limpias puede derivar en choques de oferta.

Respecto a la innovación, apuntó que la inteligencia artificial modifica la productividad, el consumo y los mercados laborales, con efectos inciertos sobre inflación y tasas de interés naturales.

“La disrupción tecnológica que impulsa la productividad y la inversión en nuevas tecnologías podría impulsar el crecimiento y elevar la tasa de interés natural. Sin embargo, se desconoce la probable magnitud de este efecto, lo que añade un nivel adicional de incertidumbre”, dijo.

En paralelo, advirtió que los altos niveles de deuda pública —exacerbados tras la pandemia de Covid-19— pueden limitar los márgenes de maniobra de la política monetaria y aumentar los riesgos de inestabilidad financiera si no se corrigen las trayectorias fiscales.

Hernández de Cos señaló que una cualidad que deberán adoptar los bancos centrales frente a estos nuevos paradigmas es que “deben ser robustos para resistir tormentas, flexibles para ajustar el rumbo cuando sea necesario y realistas en cuanto a lo que pueden anticipar para navegar hacia sus objetivos”.

La cooperación internacional es esencial para la resiliencia del sistema financiero, dijo.

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