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Adriana Reza es conocida como La Chica Pay, pues ella misma dice que su amor a la repostería comenzó por “glotona”, los postres siempre le han gustado y desde muy joven tuvo curiosidad de saber cómo se elaboraban.
Realizó sus primeros pasteles en casa mientras cursaba la carrera de Sicología, eso la ayudó a sostener sus estudios vendiendo en su escuela entre compañeros. De esto ya pasaron ocho años, así que Adriana decidió establecer un local, asociándose con un amigo que estudió Gastronomía. Juntos inauguraron una cafetería en la colonia Popotla de la Ciudad de México; sin embargo, ahora su esfuerzo está en peligro.
Adriana comenzó con La Chica Pay, un local que abrió hace dos años. Poco a poco penetró en el gusto de los consumidores de al zona, al dar a conocer sus productos y con el tiempo sus visitantes llevaron a otras personas que se volvieron clientes recurrentes logrando así una estabilidad, hasta que la pandemia del Covid-19 llegó y lo cambió todo.
Comenzaron las restricciones. Mucho de su ingreso llegaba por escuelas de la zona y empleados de empresas cercanas que les solicitaban cafés, emparedados o algún otro alimento.
Toda esa población flotante de estudiantes y trabajadores se fue a cuarentena y con ellos su principal entrada económica. Adriana dice “fue como un balde de agua fría, perdimos a más de la mitad de nuestras ventas”.
La inevitable crisis
Recurrieron a distintos apoyos disponibles. Del Fondo para el Desarrollo Social de la Ciudad de México (Fondeso) les respondieron que ya no estaban recibiendo solicitudes, se acercaron a la alcaldía Miguel Hidalgo que les proporcionó 5 mil pesos, que resultaron insuficientes. Con deudas acumuladas y sin lograr un acuerdo con el arrendatario del local, la semana pasada Adriana tuvo que sentarse a dialogar con su socio y plantear el cierre definitivo del negocio.
“Nos dolió muchísimo, el sólo pensarlo y hablarlo nos puso súper tristes, no somos un gran negocio y nunca recibimos un subsidio de luz o agua, para colmo en junio subieron los impuestos de las plataformas digitales, tuvimos que subir nuestros precios, las ventas y ganancias nuevamente bajaron. La presión ha llegado por todos lados y nos hicieron sentir desesperados”.
En caso de cerrar, Adriana y su socio consideran que la única opción que les queda es convertirse en empleados, pues aún deben parte de la maquinaria y venderla para rescatar algo de la deuda.
Plataformas Digitales
Llegó la pandemia y con todos confinados, La Chica Pay se apoyó de las plataformas de entrega de comida, tuvieron un alivio y por un momento pareció que se estabilizarían; sin embargo, en junio comenzaron a notar retenciones del IVA, ISR y del impuesto a plataformas digitales, sumado al cobro de la comisión por de esas aplicaciones. Esto elevó sus gastos a más de 40%.
Tanto ella y su socio coinciden que este cobro es injusto.
“Comparados con las grandes empresas nos están quitando casi la mitad en un medio que es la alternativa a la que recurrimos para llegar a nuestros clientes y sostener las ventas”.
Ellos notan la afectación en las plataformas, pues iniciaron en Sin Delantal, que anunció su salida para el 4 de diciembre.
Una luz de esperanza
Deprimida, Adriana publicó en su Facebook la crisis que estaba pasando, a partir de eso ha recibido muchos mensajes de apoyo “la gente empatizó con nuestra situación, me conmovieron mucho, sobre no rendirnos, no dejar nuestros sueños”.
Afortunadamente la publicación causó muchos pedidos, los seis trabajadores de la cafetería siguen laborando, sumado a que es de los negocios pequeños que subsisten, aunque Adriana sabe que para esto debe mantener constante su llamado de ayuda.