No sólo los alimentos básicos para el regreso a clases han subido de precio, también los , cuyo consumo crece a pesar de que están gravados con el Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) y provocan obesidad en 90% de los niños.

Los alimentos no básicos con alta densidad calórica, conocidos como comida chatarra, y las bebidas saborizadas dejan más ingresos fiscales que los impuestos por alcohol, casinos, plaguicidas y combustibles fósiles.

En la primera mitad del año, la comida chatarra dejó recursos por IEPS de 20 mil 156 millones de pesos, 5.9% más que en el mismo periodo de 2024, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ().

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Engordando el erario. Fuente: de SHCP e Inegi
Engordando el erario. Fuente: de SHCP e Inegi

Es la primera vez que la recaudación por comida chatarra supera los 20 mil millones de pesos, cifra similar a lo que costará en 2026 el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

Los alimentos no básicos como botanas, dulces y postres están gravados con una tasa de 8%.

En tanto que por el IEPS a bebidas saborizadas, que incluye refrescos, jugos, jarabes, leches endulzadas, polvos y extractos, el erario obtuvo otros 19 mil 770 millones de pesos en el primer semestre.

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La cuota por litro aplicable a bebidas saborizadas pasó de un peso por litro en 2014, año en que comenzó a aplicarse dicho gravamen, a casi 1.65 pesos en 2025.

Sugiere alza de impuestos

La organización El Poder al Consumidor propuso que el impuesto a la comida chatarra y bebidas azucaradas suba a 20%, pues estima que reduciría en casi un millón los casos de obesidad y al mismo tiempo generaría una recaudación de 104 mil millones de pesos que servirían para aumentar 60% los recursos del IMSS Bienestar.

“Existe un significativo consumo de alimentos ultraprocesados, pero también de bebidas azucaradas con impactos muy directos sobre la salud”, lamentó la coordinadora de la Campaña de Salud Alimentaria de El Poder del Consumidor, Paulina Magaña.

Destacó que eso se pone de manifiesto en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, en la cual se evalúan otros productos no recomendables, tales como botanas, dulces y postres, cuya ingesta llega a más de 60% de los casos.

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Indicó también que más de 90% de los niños en etapa escolar están consumiendo bebidas azucaradas. “Es preocupante porque es un alto porcentaje”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.

Señaló que no solamente somos un país de importante preferencia por ese tipo de bebidas, sino que incluso su consumo se inicia a una edad temprana.

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Ni la inflación frena consumo

El economista en jefe de Valmex Casa de Bolsa, Gerónimo Ugarte Bedwell, hizo notar la sustancial variación en los precios de la comida chatarra, por lo que ya no es una opción para el lunch escolar.

Al monitorear las 55 principales ciudades del país, el Inegi encontró que los pastelillos y pasteles a granel se encarecieron 6.8% en junio y fue la mayor alza desde 2023.

El precio de los chocolates lleva seis meses seguidos subiendo más de 10%, lo que no se veía desde que comenzaron los registros en el Inegi, a partir de 2019. Los refrescos se encarecieron más de 6% desde 2020 y las papas fritas subieron casi en la misma magnitud.

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Sobrepeso infantil

Una reciente investigación que publicó el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) exhibe que la prevalencia del sobrepeso y la obesidad sigue aumentando en toda la región. En el documento Más que una comida: cómo las comidas escolares pueden impulsar una mejor nutrición y sistemas alimentarios sostenibles, señala que en América Latina y el Caribe 8.6% de los niños menores de cinco años tienen sobrepeso, un incremento que supera la tasa mundial.

Dichos registros son más alarmantes en el caso de los niños en edad escolar y los adolescentes de cinco a 19 años, cuya tasa llega a 30.6%, lo que sigue siendo prominente cuando estas poblaciones alcanzan la edad adulta.

Paulina Magaña enfatizó que la reciente reforma a la Ley General de Educación y la implementación de sus lineamientos es una de las políticas que se recomiendan para reducir el consumo de ultraprocesados en niños, con su prohibición en los centros escolares.

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Comidas escolares

El estudio revela que las deficiencias de micronutrientes, sobre todo de hierro, zinc y vitamina A, están extendidas y en gran medida sin resolver, y afecta a más de la mitad de los niños en edad escolar.

Advierte que esos retos se ven agravados por la frecuencia de los desastres naturales y fenómenos meteorológicos como inundaciones, sequías y huracanes. Lo anterior, explica, porque perturban los sistemas alimentarios locales, desplazan a las familias y ponen en peligro los medios de vida.

En tales contextos, ven como una solución que las comidas escolares reduzcan el costo de una canasta nutritiva para los hogares, al ayudar a garantizar la continuidad, estabilidad y recuperación. Cuando se vinculan a la agricultura local y a pequeños agricultores, los programas de alimentación escolar también pueden generar oportunidades económicas en el lugar y fortalecer las cadenas de suministro de alimentos.

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