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Washington.— La guerra comercial entre Estados Unidos y China ya es imparable. Beijing contraatacó ayer con una subida de aranceles de hasta 20% y 25% a centenares de importaciones estadounidenses por un valor de 60 mil millones de dólares, como respuesta a los aranceles que la Unión Americana impuso el pasado viernes a productos chinos por 200 mil millones de dólares.
Beijing no hizo caso de la advertencia del presidente estadounidense Donald Trump quien, en un tuit mañanero publicó que “China no debería tomar represalias” o, de lo contrario, “se iba a poner peor”. “China nunca sucumbirá a presiones extranjeras”, respondió un portavoz del gobierno chino.
China hizo caso omiso y anunció nuevos aranceles que se aplicarán a partir del 1 de junio, lo que deja una puerta abierta a que las negociaciones puedan llevar a un acuerdo que evite su imposición.
Sin embargo, Beijing todavía tiene ases bajo la manga, como el freno a la compra de productos estadounidenses (especialmente agrícolas, con la soja en el principal punto de mira), la cancelación de pedidos industriales o la ralentización del comercio.
A Trump pareció no importarle la represalia china. “Me encanta la posición en la que estamos. Creo que está funcionando bien”, sorprendió, a pesar de las advertencias y amenazas constantes de que una acción de ese calibre iba a desatar más acciones por parte de Estados Unidos. Al respecto, Trump comentó que no ha tomado una decisión sobre imponer aranceles al conjunto de importaciones chinas restantes (por valor de unos 300 millones de dólares).
El presidente de EU sigue presumiendo de su posición dura frente a los chinos y asegurando erróneamente que los consumidores y empresas de Estados Unidos no van a sufrir en esta guerra comercial.
“No hay razones por las que los consumidores de EU vayan a pagar por los aranceles”, dijo Trump, contradiciendo a su principal asesor comercial, Larry Kudlow, quien este fin de semana admitió que los estadounidenses iban a pagar por el costo de las imposiciones arancelarias.
No hay visos de una solución a corto plazo. “Las perspectivas de una solución rápida a la guerra comercial entre EU y China son escasas”, dijo a EL UNIVERSAL David Dollar, experto en China y las relaciones económicas entre el país asiático y EU de The Brookings Institution.
Para Dollar, quien fuera emisario financiero y económico del Departamento del Tesoro de EU para China entre 2009 y 2013, la única opción de que se reinicien las discusiones para tratar de llegar a un acuerdo comercial sería si “cada una de las economías sufre por los aranceles”.
Un primer intento de reconciliación y reducción de la tensión podría producirse a finales de junio, cuando tanto Trump como el presidente chino, Xi Jinping, se reunirán en privado aprovechando la cumbre del G20 que se celebrará en Osaka, Japón.
Mientras tanto, los mercados bursátiles volvieron a pasar una jornada fatal, con el Dow Jones retrocediendo 2.38% y acumulando un día más en números rojos.