El martes 9 de julio de 2025 quedó marcado como un día histórico en los mercados financieros: Nvidia, el mayor fabricante de chips avanzados para inteligencia artificial se convirtió en la primera empresa pública en alcanzar una capitalización de mercado de 4 billones de dólares (trillion en inglés). Este logro confirma el entusiasmo de los inversionistas ante la revolución digital, llevando la valuación de la compañía a superar el PIB de potencias como Francia, Reino Unido, India, Canadá y México. Solo economías como Estados Unidos, Alemania y Japón superan actualmente ese valor.
Se trata de una valoración sin precedentes. Empresas como Apple o Microsoft, que durante décadas dominaron la escena tecnológica global, nunca se habían acercado a este hito. Basta recordar que hace apenas dos años Nvidia no superaba los mil millones de dólares en Wall Street. Su meteórico ascenso ha sido el motor del sector tecnológico a pesar de la inestabilidad causada por nuevos aranceles en EU y la competencia emergente de China.
En este contexto desafiante, es esencial entender qué implica realmente este récord. La capitalización de mercado se calcula multiplicando el número de acciones en circulación por el precio actual de cada una. Este indicador sirve no solo para dimensionar una empresa, sino también para comparar su desempeño con otras de distintas industrias y tamaños.
Hoy, Nvidia vale 4 billones de dólares. Para que una inversión duplique su valor, la empresa tendría que alcanzar una capitalización de 8 billones. Esto exigiría generar 4 billones adicionales, una cifra colosal si se contrasta con las proyecciones del propio mercado de la inteligencia artificial: para 2030, se estima que el mercado de IA oscilará entre 1.3 mil millones de dólares y 1.8 mil millones; para 2033, las estimaciones más optimistas lo sitúan en 4.8 mil millones. Así, la IA es una de las tecnologías con mayor impacto económico global, pero también enfrenta límites marcados por su propio tamaño.
Llevar el valor de una empresa tan grande aún más lejos implica superar barreras fundamentales, tanto por la magnitud del capital requerido como por el crecimiento potencial del propio mercado en el que opera. Cuando una compañía domina un sector, el margen para seguir creciendo y generar valor para los accionistas se reduce, ya que el espacio para expansión lo delimita la escala de la economía global. Este es el fenómeno inherente a las grandes empresas actualmente.
El caso TSMC: un actor estratégico subvalorado.
Aquí es indispensable analizar el papel de TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), que se mantiene como el principal proveedor global de semiconductores avanzados y el socio clave de Nvidia. No solo concentra la mayor parte de la manufactura tecnológica de vanguardia, sino que más de 60% de los costos totales de Nvidia están directamente vinculados a TSMC como proveedor. Esta relación estratégica le otorga a TSMC un protagonismo central en la cadena de valor de la inteligencia artificial y el cómputo de alto rendimiento.
A pesar de su importancia crítica, TSMC actualmente cotiza a un múltiplo considerablemente más bajo respecto a sus pares tecnológicos e incluso en comparación con Nvidia, lo que significa que el mercado aún le asigna una valoración inferior en relación con sus fundamentales. Esto establece que TSMC cotiza con descuento frente al potencial de crecimiento y la relevancia que representa en todo el ecosistema de IA y semiconductores.
Por lo mismo, resulta complicado que Nvidia continúe duplicando su valor a partir de estos niveles. Su tamaño, las limitaciones del mercado de IA y la aparición de otros jugadores con mayor potencial de crecimiento, como TSMC y AMD —con valuaciones que siguen siendo atractivas—, sugieren que podrían registrar retornos relativos más interesantes en los próximos años.
Invertir en el auge de la inteligencia artificial sigue siendo una apuesta con gran potencial; sin embargo, adquirir títulos de empresas con valuaciones estiradas, como Nvidia, implica pagar hoy una parte considerable del crecimiento futuro esperado. Cuando el precio ya descuenta las expectativas más optimistas, el margen de ganancia se reduce y el riesgo aumenta. Por eso, aunque la IA seguirá transformando el mundo, invertir exige siempre cautela y una evaluación realista sobre si el precio actual justifica el crecimiento que aún queda por recorrer.
Financial Product Sales VP de GBM.