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La antigua ciudad de Paquimé y sus asentamientos o pueblos satélites son dueños de una rica historia cuyos vestigios nos cuentan cómo el hombre evolucionó y prosperó en el valle y en las faldas de la Sierra Madre de Chihuahua. Paquimé fue el epicentro del intercambio cultural entre las civilizaciones precolombinas del sur y centro de México y del sur de los Estados Unidos. Descubre estas y más historias en los destinos que ofrece la ruta arqueológica de Chihuahua.
Paquimé
Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a la región, a partir del siglo XVI, en sus relatos mencionaban que se encontraron con vestigios de una metrópolis que contaba con un elaborado sistema de acequias que acarreaban agua fría y caliente a la ciudad y a las viviendas. Se hallaron pruebas de la existencia de un salón destinado a la crianza de guacamayas, cuyo colorido plumaje era altamente valorado por sus habitantes. Los conquistadores quedaron impresionados al sugerir que la antigua ciudad, ya en ruinas, “parecía haber sido trazada por romanos”.
Esta ciudad milenaria ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad y, más recientemente, obtuvo el título de Pueblo Mágico. Visitar la zona y el Museo de las Culturas del Norte, que se encuentra en el sitio arqueológico, es una experiencia imperdible durante su viaje a Chihuahua.
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Colonia Juárez y Colonia Dublán
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, se dio una gran migración de mormones y menonitas por motivos religiosos. Ellos fundaron colonias donde se les permitió libertad de culto, enriqueciendo no solo económica sino culturalmente esta zona. La producción frutícola, ganadera y agrícola se propagó gracias al arduo trabajo de los colonos.
En primavera, las numerosas huertas de manzana y durazno dan la nota. Desde hace poco más de 100 años, se plantaron y mejoraron los cultivos de duraznos hasta convertirlos en los mejores y más deliciosos frutos. Si tiene en suerte estar en la zona durante la floración primaveral, los vientos que despiertan de su letargo invernal a los árboles llenan el ambiente con los más dulces y encantadores aromas, agregando una verdadera experiencia sensorial.
Juan Mata Ortiz
Otro imperdible en este viaje es explorar el pueblo de Alfareros de Mata Ortiz, situado a escasos 20 minutos de Casas Grandes, donde se encuentra un auténtico tesoro. Hace aproximadamente 60 años, Juan Quezada Celado, quien fue distinguido con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, redescubrió la ancestral técnica de la elaboración de cerámica utilizada por los habitantes de Paquimé. Todo el proceso se realiza de la misma manera que hace siglos: las pinturas que adornan las piezas son de origen vegetal o mineral, y el barro se obtiene de las sierras cercanas.
Gracias a las enseñanzas de Juan Quezada, en casi cada familia del pueblo, que anteriormente solo tenían la opción de ser agricultores o ganaderos para autoconsumo, se empezaron a interesar en la elaboración de cerámica. Esta actividad que se realiza en familia ha crecido exponencialmente, creando exquisitas piezas para asombro y reconocimiento de la comunidad alfarera internacional.
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La visita a este pueblo le revelará no solo la maestría artesanal de sus habitantes, sino también la transformación de sus vidas a través de la preservación y revitalización de esta antigua tradición. El Maestro Juan Quezada (1940-2022) sigue viviendo no solo en la memoria de sus descendientes, sino en la de todo un pueblo cuyos habitantes continúan creando y sorprendiendo con creaciones únicas, inspiradas en el orgullo de ser herederos de una cultura milenaria.
Madera y 40 Casas
El circuito arqueológico del Estado de Chihuahua se extiende hacia el sur-oeste del territorio estatal, hacia el vecino municipio de Madera, donde resalta el sitio arqueológico 40 Casas y una infinidad de cuevas con casas o cliff dwellings que se extienden por los acantilados de los arroyos afluentes del río Papigochi.
Cuarenta Casas, al igual que Paquimé, está custodiado por el INAH, quienes han estudiado e identificado cientos de cuevas con construcciones de tierra que, gracias a los abrigos rocosos y a la protección del INAH, se encuentran en muy buen estado de conservación. Hay sitios que solamente están accesibles a los investigadores. El sitio que acepta visitas es 40 Casas y, si no eres investigador, con verlas será suficiente para aprender sobre la gran valía que encierra este asentamiento que tuvo en sus mejores épocas más de 3 mil habitantes. El nombre de 40 Casas fue dado por el explorador Alvar Nuñez Cabeza de Vaca quien visitó este sitio en el siglo XVI. Posteriormente, el sitio es mencionado en el Mexico Desconocido del explorador noruego Carl Lumholtz quien cruzó por estas sierras en 1892.
Los viajeros o aventureros modernos interesados en la arqueología, en la observación de aves y en la naturaleza, pueden combinar las visitas a estos sitios con el confort que brindan los servicios de hotelería, paseos guiados por expertos, visitas a balnearios que llenan sus albercas con aguas termales, restaurantes que combinan la exquisita comida del desierto y de la sierra con los vinos y sotoles de etiquetas locales, las historias y culturas que poblaron estas zonas en épocas lejanas, se han entrelazado con las actuales para ofrecer un producto exquisito donde las notas serán dadas por la naturaleza, el conocimiento y el respeto de la herencia ancestral y por la industria de la hospitalidad. En este circuito arqueológico encontrarás personas con un profundo cariño por el patrimonio. Los cielos que cobijan estos paisajes naturales de montañas y valles te esperan, brindándote la oportunidad de disfrutarlos.
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