La inflación está en un proceso de disminución lento, como parte del cual no se descarta el riesgo de una nueva ola de presiones en los precios por factores como los alimentos, que se resisten a bajar, la inseguridad pública, los fenómenos climatológicos y eventos geopolíticos.
Ante ello, analistas consultados por EL UNIVERSAL dijeron que los bancos centrales podrían ser más cautelosos en su decisión de flexibilizar la política monetaria, pese a que los mercados ya habían anticipado el inicio del recorte de las tasas de interés para el segundo trimestre del presente año.
En el caso de México, la inseguridad pública destaca como un elemento que encarece productos, dada la recurrencia de los casos de robo al autotransporte de carga en carreteras.
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Otros riesgos son que se materialicen fenómenos climatológicos o que la incertidumbre por las elecciones sea mayor.
Por lo pronto, el año inició con una cuesta de enero muy retadora, advirtió la directora de análisis Económico y Financiero de Banco Base, Gabriela Siller. Destacó que por eso el banco ajustó al alza su expectativa de inflación para finales de este año de 3.90% a 4.39%.
De ahí que consideró que está latente el peligro de una nueva ola inflacionaria porque, además de los riesgos externos, hay que agregar los internos, como el aumento en el salario mínimo para este año.
En entrevista, ponderó que eso se puede ver en el sector servicios y en mercancías alimenticias, ya que no han bajado y llevan 92 quincenas consecutivas con inflación por arriba de 5%.
Otro factor de riesgo es el déficit presupuestario de 4.5% del Producto Interno Bruto (PIB) aprobado este año, señaló.
“Lo más seguro es que la mayor parte del gasto público se ejerza en la primera mitad del año, favoreciendo a que la economía se vea bonita, lo que estaría incidiendo en el voto por el partido en el poder”, dijo Siller.
Sin embargo, estimó que en un escenario pesimista la inflación podría ubicarse por encima de 5% durante algunos meses, y cerrar el año en 4.79%.
Impuesto oculto
Para el economista en jefe de BX+, Alejandro Saldaña, el tema de la inseguridad en carreteras y el robo de mercancías es un “impuesto” que todos pagan.
“Lo es para los consumidores, porque encarece. Pero no sólo por las pérdidas por las mercancías, sino también porque los seguros para el transporte son más caros”, dijo en entrevista.
A fin de cuentas, esto genera costos en transporte, y de alguna forma terminan por repercutir en la inflación, puntualizó.
Lo mismo sucede en el caso de algunos productos agropecuarios por el tema de la inseguridad, como en Michoacán con el limón, agregó. Se trata de productos muy volátiles con estacionalidad alterada.
También preocupan las sequías atípicas, lo que puede alterar los precios y disponibilidad de algunos productos agropecuarios, previó.
Aunque en su escenario central no ve una segunda ola inflacionaria, Saldaña estableció que si bien la parte fácil para combatir la espiral de precios ya pasó, el reto es cómo la política monetaria incide en la demanda y en los precios.
Reconoció que habrá repuntes, pero su preocupación es que se generen expectativas en los agentes económicos, lo que repercute en costos salariales y dificultar el trabajo del Banxico.
Inseguridad de norte a sur
Reportes del Banco de México (Banxico) indican que el deterioro de la inseguridad pública está afectando los costos de las empresas en todo el país.
Por ejemplo, en la zona centro, los directivos empresariales mencionaron como limitante la disponibilidad de choferes y la inseguridad en carreteras, principalmente desde Ciudad de México hacia el Bajío.
Señalaron que sus actividades fueron afectadas por robos de cable de fibra óptica y el elevado costo de la contratación de personal más equipado, ante un deterioro de seguridad pública.
En las regiones centro y sur, los directivos consultados argumentan que los niveles de inseguridad incrementaron costos operativos de las empresas y afectaron la contratación de algunos servicios financieros, como seguros de crédito.
Efectos por el clima
En la región centro, el sector agropecuario enfrenta un entorno de sequía y los bajos niveles de almacenamiento de agua en las presas como factores adversos para su actividad.
En el sur se detectó estrés hídrico derivado del calor excesivo, que no pudo ser contrarrestado con las operaciones de riego en el desarrollo del cultivo, en donde la menor producción por los altos costos de fertilización de caña encareció el azúcar.
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