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Vivimos un momento crucial para las pequeñas y medianas empresas (Pymes) en México: la tasa de referencia de Banxico ha ido a la baja, quedando en 7.50% tras su último recorte y la inflación anual se ubica en 3.51%, por lo que el mercado ha reaccionado con acceso a financiamiento más competitivo.
Para las empresas, este entorno puede representar una oportunidad única para fortalecer su capital de trabajo y convertirlo en una ventaja estratégica; de hecho, el Plan México tiene como objetivo que 30% de las Pymes tengan acceso a financiamiento, sin embargo, esto está lejos de ser una realidad, pues por diferentes razones, los empresarios no solicitan créditos.
Hay que replantearse de dónde está surgiendo el tope y la falta de crecimiento de las Pymes, ¿los bancos están encaminados e impulsando el crecimiento del país con accesibilidad y transparencia o los empresarios están cometiendo más desaciertos que aciertos?
Un factor que hace crecer a las Pymes es sin duda el capital de trabajo o, dicho de otra manera, la diferencia entre activos y pasivos circulantes, que representa la capacidad de una Pyme para sostener su ciclo operativo: comprar inventario, cubrir nómina, pagar proveedores y financiar cuentas por cobrar.
Contar con capital de trabajo robusto es sinónimo de resiliencia. Permite absorber choques en la cadena de suministro, aprovechar descuentos financieros y crecer sin interrumpir operaciones. Un capital débil, por el contrario, condena a la empresa a operar al límite, expuesta a retrasos y pérdida de competitividad.
Sin embargo, actualmente, 80% de las Pymes en México no supera los cinco años de vida, y una de las principales causas es la falta de liquidez para sostener operaciones, pues los empresarios caen en 3 errores recurrentes:
• Usar utilidades para gasto corriente, descapitalizando el negocio.
• Depender sólo de flujo diario, sin reservas para desfases de cobranza.
• No diferenciar entre liquidez e inversión, lo que frena la capacidad de expandirse.
El resultado es: empresas que venden, pero no crecen, porque no convierten ingresos en liquidez sostenible. Ante esto, es imprescindible contar con financiamiento, pues es una de las principales formas de obtener capital de trabajo. No se trata de endeudarse por necesidad, sino de usar un crédito como instrumento de planeación.
Tres ejemplos de crecimiento a través de capital de trabajo son:
1. Crédito revolvente para desfases de flujo: Imagina una empresa de distribución que factura a clientes grandes con plazos de 60 días, pero que debe pagar a sus proveedores en 30 días. Un crédito revolvente le permite cubrir ese “desfase” de un mes sin detener operaciones. Al llegar el pago de sus clientes, la empresa liquida la línea y vuelve a disponer del recurso. El resultado: continuidad en la operación y capacidad de cumplir con todos los compromisos a tiempo.
2. Crédito estructurado para inventario: una Pyme del sector textil se prepara para la temporada navideña. Requiere un volumen alto de materia prima en octubre, pero sus ingresos más fuertes llegarán hasta diciembre. Con un crédito estructurado de capital de trabajo, puede financiar la compra anticipada del inventario, producir sin retrasos y aprovechar la demanda estacional. Al cierre de la temporada, liquida el financiamiento con la utilidad generada.
3. Líneas de capital de trabajo para aprovechar descuentos financieros: una empresa de alimentos recibe la opción de obtener 10% de descuento si paga a su proveedor al contado. Sin liquidez suficiente, perdería la oportunidad. Con una línea de capital de trabajo, adelanta el pago, obtiene el descuento y cubre el financiamiento con un costo menor al ahorro conseguido. El efecto neto es un margen más alto y un costo financiero positivo.
Estos ejemplos muestran que un crédito Pyme para capital de trabajo no sólo resuelve emergencias, sino que puede convertirse en una palanca de rentabilidad. Bien utilizado, el financiamiento permite que las empresas negocien mejor, produzcan más y mantengan estabilidad financiera, incluso en contextos desafiantes.
Ante esto, instar a las instituciones a aportar al crecimiento del país, por ejemplo, aportando iniciativas encaminadas al Plan México, podría cambiar el rumbo de un México desafiante y cambiante, por uno más estable y resiliente.
Estrategia práctica: cómo integrar el crédito al capital de trabajo
La clave no está en recibir un crédito, sino en alinearlo con el marco de acción financiera de la empresa.
Escenario conservador: usa un crédito revolvente para sostener nómina y proveedores, garantizando continuidad sin comprometer reservas.
Escenario equilibrado: combina un crédito Pyme con reinversión de utilidades para mantener flujo sano y crecer de manera gradual.
Escenario agresivo: un crédito estructurado con inventario adicional y nuevos contratos, aprovechando temporadas fuertes para acelerar el crecimiento.
Cada escenario muestra que el financiamiento, bien utilizado, multiplica el impacto del capital de trabajo y convierte la liquidez en una ventaja competitiva y en salud financiera. Si logras detectar lo que tu Pyme requiere, será más sencillo continuar la estrategia.
El capital de trabajo es más que un número contable: es la diferencia entre una Pyme que sobrevive y una que escala su negocio. En 2025, con tasas a la baja e inflación moderada, acceder a crédito para capital de trabajo es la diferencia entre sobrevivir y liderar.
* Director de operaciones de Banco Covalto