No hay nada que celebrar, tampoco nada de qué admirarse. La Democracia es un juego que hace contender al menos a dos relatos, y vence aquel con más electores.

Todo lo vio con sus ojos amarillos y fosforescentes. ‘Qué suerte que soy chiquito’, pensó el Gato Negro, ‘así a mí no me roban’.

No comunican, quieren liderar. No reflejan a la sociedad y sus dilemas, la arengan. No informan, pretenden conducirla. Son el partido político de Los Analistas. Un partido sin pueblo, sin proyecto, sin ideología fija, sin nada.