La oposición tiene que asimilar: hoy, la mayoría no quiere a sus figuras. Busquen las razones y vean qué pueden hacer para representar alternativas de gobierno.
Ebrard, renovado, exultante. Respetuoso, institucional. "Señora Presidenta Electa", le llamaba a su nueva jefa. Y así, el más adictivo deporte nacional en la política mexicana, el futurismo, arrancaba.
Para cualquier democracia es una tragedia política que no exista una oposición vibrante. Un contrapeso político. Un equilibrio de poderes. En cualquier época es decadente que no haya una alternativa viable para las mayorías.
Ojalá que sea una política cortés, una científica gobernante, quizá una estadista si nos va bien, y que no sucumba jamás a las tentaciones despóticas.
No podemos permitir que nos derroten los políticos criminales ni los capos metidos a políticos. Por eso tenemos que salir a votar masivamente.
¿Cambió mi intención de voto a lo largo de la contienda presidencial? En el fondo, no, pero sí hubo varios momentos en que dudé y eso es democráticamente muy sano para una sociedad tan polarizada.
Varios comentócratas tuvieron la brillante idea de empezar a decirle “López” a Andrés Manuel López Obrador. Como si “López”, en el país de los López, fuera un epíteto o un estigma.
Presidente López Obrador, las madres buscadoras creyeron en usted, votaron por usted, y usted ni siquiera les abrió las puertas para verlas, para escucharlas.
Sepa cómo logran levantarse sin puntos ni comas en el alma para seguir denunciando la infamia con letras mudas que nadie quiere leer y voces insonoras que nadie escucha en los gobiernos.
Xóchitl necesitaría veloces y sólidas combinaciones de golpes en el hígado y en el rostro de Claudia, o una de esas joyas pugilísticas que la dejara literalmente noqueada.