Lo que vi: decenas de trabajadores en plena acción a pesar de los sellos de suspensión y clausura. Levantan la obra a unos metros de la playa donde ya escasea la arena y abunda el sargazo. Alguien detecta las cámaras, hace una llamada telefónica y los albañiles se retiran

Los espectadores (vi desde bebés y estudiantes hasta gente muy mayor) pueden sentarse, acostarse o recorrer el espacio y experimentar cómo la obra les envuelve porque está en el techo, el suelo y los muros del cuarto convertidos en pantallas.