Aunque en ocasiones a las marcas no les gusta reducir el target de un producto a un grupo generacional, la Volkswagen T-Cross es un producto completamente perfilado hacia los millennials.
Esto, gracias a la idea misma de aprovechar el creciente gusto por las SUVs y sobre todo, una planeación del equipamiento interior afín a lo que el mercado más joven puede buscar.
Entre ellos, la presencia de un tablero completamente digital ( Volkswagen Digital Cockpit ) que permite tener en un mismo espacio la posibilidad de ver el estado del auto, el sistema de navegación o las canciones que se reproducen en el sistema de sonido de seis bocinas.
Le acompaña una pantalla de infoentretenimiento de 8 pulgadas en el centro de la consola. Ésta tiene la capacidad de vincular el celular mediante los sistemas Apple CarPlay o Android Auto para tener la mejor conectividad posible.
En la versión que tuvimos a prueba (Highline, tope de gama), es posible encontrar un sistema de estacionado autónomo que, aunque no es tan fácil de usar, una vez entendido su funcionamiento permite que nos libremos de la maniobra de aparcar en paralelo.
A la par de este tipo de tecnologías, el interior de la Volkswagen T-Cross destaca por un aspecto fresco, de materiales resistentes pero, al mismo tiempo, de buena calidad. Las vestiduras emplean combinaciones de colores que no son estridentes pero no entran en lo homogéneo del resto del mercado.
Volkswagen basa su apuesta en diseño, la garantía de buen manejo que ofrece la plataforma MQB y un equipamiento que destaca entre su segmento.
Denominamos como una “camionetita” a la nueva T-Cross , debido a que utiliza las formas de una SUV con dimensiones subcompactas, sin embargo, al igual que muchos de los participantes de este segmento, la apariencia de espacio y capacidad de almacenamiento son las mismas que en sedán subcompacto.
Si bien el ganar más altura contra el piso le brinda a la T-Cross la capacidad de absorber de mejor manera las irregularidades del asfalto (gracias a una gran suspensión y un mayor recorrido de la misma), la cajuela se ve sumamente comprometida cuando queremos almacenar en ella equipaje de cuatro personas.
Una de las ventajas principales de que Volkswagen participe en este segmento con un auto que basa su estructura en la plataforma MQB es que además de que el espacio interior es bastante amplio para que cuatro personas viajen con comodidad, la T-Cross se maneja como un auto sumamente bien ensamblado y que transmite seguridad en su andar.
Donde la Volkswagen T-Cross mejor se comporta es en la ciudad, pues su marcha es ligera, los consumos son moderados y dadas sus dimensiones, es sumamente práctica.
En carretera los registros de consumo eficiente aumentan, sin embargo, el pequeño motor de cuatro cilindros y 1.6 litros de 110 caballos de fuerza puede parecer insuficiente para maniobras de rebase, intenciones de viajar a altas velocidades o andar constantemente en el carril de alta.
En la versión que pudimos manejar (Highline), Volkswagen integra una transmisión automática Tiptronic de 6 velocidades que hace un trabajo más que decente para brindar una sensación de manejo suave, cómoda y sin cambios abruptos en el andar. Sin embargo, una vez que es exigida en carretera, puede parecer que sufre ante condiciones más demandantes.
En resumen, la Volkswagen T-Cross es todo lo que un o una joven puede buscar como un vehículo que está a la moda (porque ahora está en tendencia tener una camionetita). Tiene tecnología, diseño y amenidades que la vuelven una gran opción.
Sin embargo, su aspecto puede ser un poco engañoso si pensamos que en ella encontraremos potencia o espacio de carga.
La Volkswagen T-Cross tiene un precio de entrada de 303 mil 900 pesos que avanza en cuatro versiones que diversifican el equipamiento hasta llegar a la opción tope de gama (la que manejamos) que tiene un costo de 450 mil 100 pesos.