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Mucho antes de que existieran marcas nacionales de autos especiales, como Vuhl, Mastretta o Zacua, México tuvo una firma que se dedicaba a armar vehículos accesibles para todos.
Si bien su origen fue americano, poco a poco los ingenieros nacionales se fueron apropiando de la marca hasta hacerla meramente nacional. Se trata de VAM (Vehículos Automotores Mexicanos), una firma que surgió en los años 70 como un sueño para la manufactura nacional.
La compañía comenzó en la década de 1940 como una armadora de Willys, pero en los años 60 firmó un acuerdo con AMC para distribuir sus modelos, mismos que eran apoyados por una fuerte suma de dinero proveniente del gobierno.
Así en Lerma, Estado de México, se estableció la fábrica con licencia de AMC que distribuiría sus productos y, de paso, haría algunas versiones “tropicalizadas” para el país. Para AMC el hecho de tener autos construidos en México era un gran plus, pues el público mostraba una cierta inclinación por la manufactura nacional.
Uno de los primeros autos que salieron de la línea de ensamble fue el Rambler American . Bajo el cofre se equipaba un motor de 6 cilindros con 90 caballos de fuerza. Se vendieron 322 unidades el primer año, apenas un 1% del total del mercado en 1966.
No obstante, en 1968 ofrecieron al Javelin , uno de los pocos muscle cars que llegaron a México. Su potencia era de hasta 155 caballos de fuerza y echaba mano de elementos novedosos en la época, como aire acondicionado, frenos de disco, suspensión retocada y radio AM/FM.
Con el paso del tiempo, VAM produjo modelos como el Gremlin, Pacer o Rally AMX. Pese a sus críticas por diseño, terminaron siendo preferidos del público mexicano por su popularidad y accesibilidad
Con el Rally comenzaron con las modificaciones especiales para sus modelos nacionales. Para México encontrábamos mejoras en motores, acabados, accesorios o versiones completamente nuevas.
Dado el éxito de este esquema de trabajo, VAM anunció que construirían un auto 100 por ciento mexicano, ensamblado en nuestro país y con el nombre del lugar que lo vio nacer.
Asi llegó el VAM Lerma, innovador en muchos sentidos. Presentaba una carrocería que mezclaba rasgos de hatchbacks alargados. Se ofrecía en 3 o 5 puertas y montaba un motor de 4.6 cilindros con 129 caballos de fuerza.
Se hacía a mano y era prácticamente artesanal. Naturalmente era muy caro y muchas personas preferían optar por otros productos antes que por un VAM Lerma. Los problemas económicos siguieron y, lamentablemente, no pudieron recuperar ese mal paso.
En 1987 AMC no pudo más y se convirtió en filial de Chrysler , desapareciendo así VAM.