En la industria automotriz, existen marcas que generan pasión y adeptos, ya sea por las sensaciones de manejo, historia o innovación. Renault es una de las armadoras que, además de longeva, con 126 años de existencia, tiene una base de seguidores importante en todo el mundo. Su historia en México inició el siglo pasado, donde productos como los Renault 5, alias Zapatito, 12, 18 y el Dinalpin cautivaron a los conductores de los años 70 por su carisma y manejo. Para 1986, la marca deja de operar hasta el nuevo siglo, cuando regresó, concretamente, en el año 2000 con una nueva camada de vehículos europeos que buscaron seducir por su diseño, manejo y equipo.
Entre aquellos modelos se encontraba el Megane, un vehículo compacto que, en su primera generación, solamente lo ofrecieron como sedán para nuestro país pero para el sucesor, se sumó la variante hatchback de tres y cinco puertas, con una versión deportiva incluida. Esto viene a colación ya que el protagonista de estas líneas es el “bisnieto” de aquel Megane de hace ya un par de décadas, que aunque en Europa se vende desde 2022, es ahora que desembarca en México.

Traje de diseñador
Aquel Megane II, como se le conoce a la segunda generación, fue un modelo sumamente disruptivo para cuando se lanzó, en 2002. Desde cualquier ángulo, las líneas eran fuertes, siendo el hatchback el más controversial por la caída del medallón tan vertical que culminaba en una tapa de cajuela con cierta inclinación. Amado por muchos, no tanto por otros pero sin duda daba de qué hablar. El Megane E-Tech, que es la quinta generación, es menos radical pero sigue dejando en claro que es un auto bien logrado estéticamente, dejando en claro sus orígenes galos.
El cofre abultado, faros delgados con una tira LED que baja hacia la fascia, proporciones que lo hacen ver musculoso gracias a ventanas pequeñas de la mano de puertas grandes y con formas redondeadas. La trasera también recurre a este juego de diseño, pues el medallón pequeño da oportunidad a tener una barra de luz que culmina en el rombo con franjas, a modo del emblema de los años 70 y 80. Ese logo lo diseñó el artista Jean-Pierre Vasarely con el propósito de crear algo diferente, por lo que se basó en el rombo que se usaba anteriormente en la marca pero lo combinó con la banda de Möbius, una cinta con borde que se emplea en diferentes áreas de estudio, que simboliza la estética y el infinito.

Durante los días de prueba, un mes antes de su lanzamiento oficial, me sorprendió la cantidad de personas que lo volteaban a ver en las transitadas calles de la CDMX. No sé si fue por el diseño, el color gris con ciertos reflejos cobrizos o por ver un modelo que dejó de venderse hace 17 años, sólo que ahora como eléctrico. Por cierto, que las imágenes no te engañen, pues el Megane E-Tech es más bien un hatchback y no un crossover.
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Moderno pero acogedor
Para nadie es sorpresa que el interior de prácticamente todos los autos modernos son una pantalla con llantas, desde donde se controla casi todo. En el Megane E-Tech no es así. Al ver las imágenes seguramente te preguntas si estoy en mis cinco cabales, pero a lo que me refiero es que, aunque existe este recurso tecnológico, se conservan los botones físicos para varias de las funciones más esenciales, como el ajuste de los espejos o del climatizador automático.
Ahora bien, ya que hablamos de pantallas, se trata de un panel curvo que se enfoca hacia el conductor, con un cuadro de instrumentos de 12 pulgadas con diferentes vistas e información, junto a otra de nueve pulgadas. El sistema operativo corre a cargo de Google, por lo que es posible descargar apps de música, independientemente de contar con Android Auto y Apple CarPlay inalámbricos. Su funcionamiento es parecido al de un celular, de respuesta ágil e íconos grandes que son fáciles de ubicar.

Si bien, es una buena dosis tecnológica, la cabina se percibe acogedora por el tipo de materiales que emplea. El tablero y asientos están forrados en tela reciclada con un tono gris claro, el cual genera una sensación de calma, similar al de una sala. Los plásticos, en general, son rígidos y hay zonas clave que son acolchadas, complementados por detalles en gris satinado.
Como buen eléctrico, el espacio es generoso debido a que no hay componentes mecánicos que obstruyan, por lo que entre el tablero y la consola central hay una bandeja con espacios configurables en el piso, con portavasos. Arriba, el descansabrazos con dos puertos USB C y un espacio para colocar el celular, independiente al cargador inalámbrico debajo de la pantalla.
Como buen auto francés, que tiene soluciones diferentes al resto de la industria, Renault empezó a incluir los controles del volumen en la detrás del volante en los años 80, cosa que se convirtió en un sello particular y que hoy conservan. Sí, ahora hay botones en el volante pero están destinados al control crucero y asistentes de manejo, pero para cambiar de canción, contestar llamadas o subir el volumen hay que usar aquel mando en la columna de direcciones. Sin embargo, aunque es algo que honra su historia, de lado derecho del volante puede sentirse un tanto aglomerado de palancas, pues de arriba hacia abajo están el selector de marcha, los limpiadores y el control del audio. Es probable que en lugar de poner Drive o reversa encendamos los limpiaparabrisas. Cosa de acostumbrarse a la ubicación de la palanca de cambios.
Compacto pero amplio
Si bien, continuamos en el interior, ahora toca el turno de hablar de la amplitud interior. Además de la combinación de colores de las vestiduras, que también es un factor que afecta la sensación de espacio, la distribución de todos los elementos que conforman la cabina están diseñados para mejorar esto. Iván Ramírez, Director de Marketing de Renault México me comenta que uno de los secretos para lograr esto es “empujar” las ruedas lo más que se pueda a las orillas. Esto es más sencillo en un eléctrico que en un auto de combustión por la disposición de la batería y el menor número de componentes que se requieren para mover un coche.
Por ello, desde fuera, vemos que las ruedas están muy en los extremos y los voladizos son cortos. A propósito de ellas, son de 18 pulgadas con neumáticos de cara alta para hacer la marcha más confortable en los accidentados caminos de nuestro país.

En fin, de vuelta al espacio, la cajuela tiene una capacidad de 440 litros, lo que puede traducirse en cuatro maletas de mano y un par de mochilas. El área de carga es más bien profunda, ya que debajo de ella no hay batería. La forma es muy regular y con ganchos para sujetar bolsas, aunque la idea de un piso falso que pueda elevarse sería algo interesante para cuando se carguen objetos pesados y que no queden tan abajo.
Para las plazas traseras, una persona de 1.80 metros cabe bien, con suficiente espacio en la cabeza y todavía un puño entre la rodilla y el asiento en una posición de manejo para alguien de esa misma estatura. Existen salidas de aire acondicionado, aunque no puertos de carga ni descansabrazos.
Manejo a la francesa
Para el Megane II, existió una variante de alto desempeño, la RS. Si te gustan los autos, recordarás que fue uno de los productos que posicionó a Renault como una marca para entusiastas en los 2000, además del Clio RS. El Megane RS, como el de las imágenes, montaba el motor F4R T, o en idioma normal, un 2.0 turbo con 225 caballos de fuerza, además de cambios en el chasis para mejorar la rigidez, frenada y suspensión.
La historia con el Megane E-Tech es curiosa, pues aunque las versiones RS desaparecieron con la cuarta generación del modelo, la cifra de potencia para nuestro país es similar a la de aquella que se comercializó en nuestro país. La batería de 60 kWh genera 215 caballos de fuerza, cifra muy aceptable para un auto de uso familiar. Al conducir por las calles de la ciudad, es posible notar un cambio de carácter entre los modos de manejo que, dicho sea de paso, se cambian desde un botón en el volante, muy al estilo Porsche.

El modo Eco ciertamente hace que las reacciones sean más contenidas, pero en modo Sport se convierte en un auto responsivo que es capaz de pegarte al asiento. Esto es natural en un eléctrico, pues la entrega de torque es instantánea. Sin embargo, a diferencia del Megane RS, el E-Tech es sumamente cómodo, como buen auto francés.
Esto se logra por las llantas con un perfil alto, además de tener un esquema de suspensión trasera Multi Link, la cual absorbe las imperfecciones del camino de manera independiente entre cada rueda. Por otro lado, la insonorización también es algo que suma en este sentido de comodidad.
La autonomía declarada por la marca es de 495 kilómetros por carga en uso citadino. A nuestras manos llegó con 67% de pila y terminó la experiencia en torno al 50%, con recorridos de 20 kilómetros diarios, durante tres días. El cargador es un tipo 2, con entrada europea, por lo que la marca incluye un adaptador para poder conectarlo en cargadores públicos. De igual manera, vendrá con un wallbox para carga en casa. Los tiempos para recuperación de energía son de nueve horas a 7.4 kW, tres horas a 22 kW y de media hora en un cargador rápido de 130 kW.
Detrás del volante hay paletas de cambio, las cuales se encargan de regular la intensidad del frenado regenerativo. A mi percepción, el nivel intermedio es el más agradable, pues baja considerablemente la velocidad pero todavía permite usar el pedal del freno. En cambio, el máximo nivel es el que deriva en el manejo con un solo pedal, pues la regeneración es más fuerte y es capaz de detenerse por cuenta propia.
Pensando en seguridad
Continuando con el viaje en el tiempo, Renault fue la primera marca en obtener cinco estrellas en pruebas de impacto por el EuroNCAP, organismo independiente encargado de evaluar la seguridad de los autos para el mercado europeo. Dicho organismo surgió en 1996 y el Renault Laguna de segunda generación, un liftback mediano, fue el primer vehículo en obtener la máxima calificación en 2001. Tiempo después, el Megane II y otros modelos de la época también recibieron las palmas en cuanto a seguridad se refiere.
El Megane E-Tech no es la excepción, pues viene equipado con siete bolsas de aire, una de ellas entre los asientos delanteros para evitar lesiones entre conductor y copiloto, más diferentes asistencias a la conducción que le permiten un manejo semiautónomo nivel 2. Entre ellas está el control crucero adaptativo con función Stop & Go para el tránsito pesado, asistente de mantenimiento de carril, de punto ciego, entre otros, lo que le otorgó también cinco estrellas en el EuroNCAP en 2022.

Bien comentaba Arnauld Belloni, CMO de Renault hace tiempo que algunos medios pudimos platicar con él, que nombres como Megane o Clio tienen que permanecer en la marca por la herencia que representa para ellos, como empresa, pero también en la memoria colectiva.
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Este es el inicio de una fase donde Renault busca regresar a los productos europeos en nuestro país, cosa que Iván me comentaba antes del lanzamiento, y que espero genere la misma expectativa en ti, amable lector, como lo ha hecho en mí, más allá de la anécdota. El nuevo Megane E-Tech es un producto de calidad con un diseño sofisticado, que deja ver por qué los franceses son maestros de las formas, pues seducen a la pupila y nos recuerdan que saben crear autos innovadores.
Con un precio de $825,000 para la versión Techno, la marca busca acercarse a un segmento premium con rivales como el Volvo EX30 o Mini Aceman, como parte de una renovación total de su identidad en nuestro país.
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