La semana pasada hablamos de las razones por las cuales los anuncios de inversión directa de la industria automotr iz han sido escasos en los últimos años.
Ahí, mencionamos factores como el ciclo de las plantas que se han instalado recientemente, la transición hacia un portafolios eléctrico y superficialmente, hablamos de las políticas ambientales que favorecen o ahuyentan a las compañías automotrices a invertir en un país como México .
En el entendido de que la producción de vehículos eléctricos supone el siguiente paso de la manufactura de autos a nivel global, vale la pena revisar cuáles son los nuevos criterios para instalar una planta de autos en determinados países.
Si bien no existe una receta o una fórmula que garantice esto, podemos tomar como referencia los denominadores que coinciden en algunos de los anuncios de las plantas de autos eléctricos más importantes del mundo. Por ejemplo, la de Tesla en el estado de Texas.
Una de las cuestiones más importantes (y novedosas) de la configuración del Atlas en las plantas de autos eléctricos alrededor del mundo tiene que ver con la demanda regional. En ese sentido, la logística obedece a las preferencias particulares de ciertos productos en áreas específicas.
Es decir, podemos esperar que la gran mayoría de las plantas de autos en nuestro país (en el caso de empezar a producir autos eléctricos) fabriquen camionetas para satisfacer la demanda del mercado más importante en volumen y proximidad: Estados Unidos.
Otro de los criterios más importantes que ha llevado a distintas marcas a instalar plantas en países como Estados Unidos es la capacitación de mano de obra y el desarrollo de talento para el ensamble de autos de nueva generación.
En ese sentido, México está perfectamente bien cubierto pues, a la par de la instalación de fábricas como las de Audi o BMW , se han instalado centros de capacitación técnica que preparan a los jóvenes ingenieros para trabajar en el porvenir de la manufactura. No es coincidencia que ese haya sido uno de los factores que hicieron que Ford produjera su primer eléctrico en el Estado de México.
Sin embargo, uno de los criterios más importantes al momento de decidir la inversión de una planta dedicada a la fabricación de autos eléctricos (y donde México) no está tan bien parado contra otros países gira en torno a la política ambiental y los incentivos para el uso de esta tecnología.
Comparándonos con la principal alternativa regional para la producción de autos eléctricos (Estados Unidos), México parece ir un par de pasos atrás.
En semanas recientes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un proyecto denominado “American Jobs Plan”, donde se anuncia una inversión histórica del gobierno para incentivar a productoras de baterías eléctricas y materias primas de los autos eléctricos a que se instalen en ese país.
A grandes rasgos, el plan se concentra en el fortalecimiento de la cadena de suministro y producción se renueve en aras de tener a la mano los materiales para la construcción de autos eléctricos, en la creación de una red de infraestructura de carga y en la investigación y desarrollo de tecnologías.
Para la creación de la red de carga, el gobierno estadounidense invertirá 15 mil millones de dólares en la instalación de 500 mil estaciones de carga para 2030.
Para las tareas de investigación y desarrollo de tecnologías limpias, el gobierno del presidente Biden invertirá 35 mil millones de dólares. Además, invertirá 40 mil millones de dólares en la renovación y construcción de laboratorios e infraestructura para probar tecnologías que se reflejen en la movilidad cero emisiones.
Es difícil pensar que el actual gobierno mexicano tomará un rol similar al de los Estados Unidos, ya que dentro de la política ambiental de su administración, el desarrollo de infraestructura para energías limpias no es prioritario.
Sin embargo, más allá de filias políticas, el cambio hacia esta dirección es más que una preferencia, una cuestión de inversión directa en el futuro.