Más Información
El momento finalmente llegó. Presiono el botón de arranque y un rugido mecánico resuena en el estacionamiento del residencial. Son las 5 am. Seguro alguno de los vecinos se despertó y a mi regreso estará la correspondiente multa por exceso de ruido, pero qué más da: es el Corvette C8.R.
Eso solo significa que todos tendrán algo que decir al respecto. Para que no me extrañen, pongo el modo de manejo preconfigurado para solamente abrir el escape al máximo y le doy un leve pisotón al acelerador. ¡Qué delicia iniciar así el día!
El primer reto es agarrar camino hacia el Autódromo Bosques El Ángel , en Singuilucan, Hidalgo, y ganarle al amanecer. Afortunadamente, a esas horas de la mañana el tránsito no figura como ya lo normalizamos en Ciudad de México, y todo fluye con mucha paz.
El V8 de 6.2 litros naturalmente aspirado tiene sus ases bajo la manga: si eres lo suficientemente cuidadoso con el pie derecho y circulas a velocidades constantes, se aplica el sistema de desconexión de cilindros. De los ocho, te quedan cuatro para cuidar el consumo. Se requiere práctica y paciencia lograrlo, porque al menor cosquilleo el V8 “revive” para darte lo que tu pie está pidiendo.
El sol comienza a hacer de las suyas mientras estamos ya a unos cinco kilómetros de la pista. En el camino notamos una suspensión que hace muy bien su trabajo de absorber irregularidades. Guarda la proporción de lo que te digo, porque al final del día se trata de una herramienta de precisión, pero no terminarás con la espalda deshecha después de unos kilómetros en nuestro bello México.
¿A quién engañamos? El Corvette es un juguete para pista. En la versión Championship Edition que ves en fotos hay numerosos detalles que rinden tributo a los triunfos que tuvo la marca en los campeonatos de IMSA . El color y esos contrastes con la banda en negro son característicos de este modelo, como también lo es el mismo tono en rines y con cálipers de freno en amarillo. La parte trasera está coronada por el alerón de fibra “Flash”.
El paquete mecánico es el correspondiente a la versión Z51 y esto se traduce en 495 caballos de fuerza , 470 lb-pie de torque y todo enviado a las ruedas traseras mediante una transmisión de doble embrague de excelente desempeño. Traducción: el motor empuja, y empuja con mucha contundencia.
La transmisión permite, gracias a las paletas tras el volante, jugar con el rango de entrega de potencia cuando se maneja en pista y te ofrecen esa sensación mecánica al accionarlas. Todo se corona por un escape embriagante.
El 0-100 km/h lo hace en 3.3 segundos y puede llegar hasta los 312 km/h en cifras oficiales, pero más allá de eso se trata del balance gracias al motor de posicionamiento central. Lo diremos sin tapujos: lo mejor que le pasó al Corvette en mucho tiempo. Se convirtió en un deportivo de carácter muy predecible en pista. Cuando coqueteas con el límite, te lo hace notar y las reacciones son muy progresivas. Esto da confianza tras el volante, pero no debes excederte: estás en una fábrica de sonrisas, pero incluso eso trae consigo un poco de peligro.