A mayor peso, más esfuerzo se requiere para mover un objeto, por lo tanto, mayor cantidad de energía. Este principio físico es aplicable en muchos sentidos, incluida la industria automotriz y el futuro de la movilidad electrificada.
Las marcas más importantes de la industria han invertido fuertes cantidades de dinero en investigación y desarrollo de autos eléctricos , pero aún no han resuelto uno de los más grandes problemas: el peso de la unidad.
Ya que la finalidad de los autos eléctricos es la eficiencia de energía, este punto es contraproducente hasta para su propia filosofía. No obstante, ¿qué pasaría si se cambia el esquema de baterías convencional por un sistema de almacenamiento que reduzca el peso considerablemente?
Para resolver esta incógnita, la Universidad de Chalmers en Gothenburg, Suecia, y el Instituto Tecnológico de Estocolmo han trabajado en conjunto los últimos meses. Al parecer, la respuesta sería que las baterías fueran parte propia de la estructura del vehículo.
En lugar de manejar por separado el chasis y paquete de baterías, lo ideal sería que la propia estructura del auto integrara el almacenamiento de la energía. Así, se podría reducir hasta en un 50 por ciento el peso final del auto y virtualmente mejoraría la autonomía del mismo.
No obstante, el principio de integrar los componentes mecánicos como parte de la estructura no es algo nuevo. En 1960, BRM y Lotus intentaron que el motor y transmisión de sus monoplazas de la F1 fueran parte del chasis para ahorrar peso.
Si lo trasladamos a la actualidad, esto podría ser logrado con un esquema de almacenamiento de energía sin masa. Para hacerlo, los iones de litio deberían de acomodarse en un material del que pueda ser fabricado un auto, y el más cercano a la realidad es la fibra de carbono compuesta.
La investigación de un sistema sin masa para las baterías se puede rastrear hasta 2007, cuando se comenzó a experimentar con la transferencia de los ánodos y cátodos de las baterías con otros materiales.
Ahora, ambos institutos proponen que la fibra de carbono compuesta puede realizar a la perfección dicha tarea, siempre y cuando el cátodo esté compuesto de fosfato de aluminio. Esto se puede lograr con una simple separación química que no tomaría gran trabajo a las armadoras de autos eléctricos .
Gracias a esto, se puede producir un componente que almacene electricidad con la resistencia del aluminio, pero es considerablemente menos pesada.
A pesar de que este material no tendría la misma densidad y capacidad de almacenamiento que una batería convencional, los primeros ejercicios han sido prometedores.
De acuerdo a los estudios realizados, esto podría ayudar a ahorrar cerca de 460 kilogramos al final, lo que se traduciría en una mejor autonomía y mejor desempeño del auto.
No obstante, aún quedan algunas dudas por resolver. Por ejemplo qué tanta cantidad de este nuevo material pueden usar en la estructura del auto sin comprometer su rigidez.
Si bien se encuentra en sus primeros pasos, esta nueva tecnología podría ser el futuro de la movilidad electrificada. En un futuro, este mismo esquema de almacenamiento podría funcionar como una fuente de poder externa para otras cosas y, evolucionaría la manera en la que se diseña un automóvil por completo.