Al haber tantas opciones de alto desempeño en el mercado actual, ¿qué fijación enfermiza lleva a mantener corriendo un antiguo deportivo ? Entrevistamos al restaurador César González del taller Chegner, quien durante esta cuarentena estuvo ocupado regresando al mundo de los vivos no uno, sino tres Maserati de principios de siglo.
En la película “Gone in 60 Seconds” hecha para los fanáticos de los autos y de Nicolas Cage, éste último, interpretando al ladrón especializado Randall Raines. Éste conversa con un vendedor de Ferrari : La justificante para buscar un 275 GTB de 1967 en lugar de una unidad contemporánea era la distinción social que conducir este auto le brindaría, al identificarlo como un verdadero conocedor.
Y es que cualquier ciudadano con el monto necesario de billetes puede apersonarse en un distribuidor de autos y adquirir una unidad de alta gama. Un paso más allá es acudir a un importador y hacerse de un auto exótico sin concesionarios en nuestro país. Pero para quienes buscan distinguirse, un vehículo antiguo y de alto desempeño es la muestra de opulencia más evidente.
Este factor tiene una justificación objetiva, y es que obedece a que lamentablemente conducir una unidad deportiva antigua es en algunos casos una labor de amor y sacrificio que conlleva numerosos dolores de cabeza y desembolsos de importancia. Arneses, juntas, sensores, soportes y una amplia cantidad de oscuros componentes tienden a envejecer con rapidez ante la presión del alto desempeño.
En los casos que nos ocupan, tres distintos propietarios de Maserati , dos de unidades 2001 y uno del 2004 buscaron el apoyo de González al no poder resolver en otros talleres las situaciones que los aquejaran.
El primero es un 3200GT de motor V8 biturbo . Estuvo un año guardado en otro taller donde trataron infructuosamente de corregir una sola falla: el auto no se apagaba de forma regular. Aunque distintos especialistas en cerrajería automotriz trataron de repararlo no lo lograron, y es que la falla no estaba ni en la llave ni en el cilindro.
Tras ubicar antecedentes para esta falla en este tipo de unidades la búsqueda se orientó a situaciones basadas en el deterioro de la alarma, y efectivamente se detectó una funda de arnés rota, la cual causó contacto no deseado entre dos cables, con lo que la corriente permanecía corriendo y el auto seguía encendido a pesar de girar la llave para tener el resultado contrario.
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Finalmente la solución fue desarmar tablero, aislar estos conductores y con ello quedó reparada la falla, pero las horas invertidas en pruebas e intentos, además de búsqueda de antecedentes sumó en la bitácora un total de 62, de las cuales sólo cuatro fueron las necesarias para corregir el problema una vez diagnosticado correctamente. La unidad presentaba además deterioro y las consecuencias del abandono en el patio de trabajo del otro taller, donde lo tuvieron guardado por un año.
El segundo caso es otro 3200GT que resulta ser también modelo 2001 y de motor V8 biturbo . Este presentaba el fastidioso comportamiento de no acelerar. Aquí de nada sirvió la búsqueda de información previa.
Ningún caso documentado arrojaba luz sobre el tema, por lo que la única fórmula aplicable fue intentar con los sospechosos comunes, encontrando la causa en el cuerpo de aceleración. Este sistema tiene una mecánica sumamente compleja en un Maserati V8 biturbo . Su sensor de posición se basa en un potenciómetro que trabaja por resistencia, y el cual estaba marcando lecturas erróneas.
Fue al desarmar el sistema que se encontró el problema: el buje de la válvula se había desgastado, y ésta se apoyaba de forma asimétrica al descentrarse. La solución más fácil era cambiar el cuerpo de aceleración, pero el costo de este conjunto nuevo es de 7 mil 800 dólares. Considerando que a ese precio equivaldría a una quinta parte del valor del automóvil completo la solución estuvo en ir al detalle y encontrar un juego de bujes nuevo con las dimensiones requeridas. El costo de este pequeño componente fue ínfimo y todo lo demás funcionó en orden. Encontrar la falla y darle solución requirió tres días completos de trabajo. Esta unidad además presentaba otras situaciones naturales a su edad, requiriendo cambio de aceite y bujías, entre otros detalles.
El tercer caso es un Grand Sport 2006 que ha llevado una vida triste, pues es una unidad que se incendió y ha sido reconstruida en varios establecimientos con resultados de variada calificación. El problema en específico a resolver está en la transmisión, con un clutch de comportamiento errático. La computadora de diagnóstico sugiere sustitución de la pieza además de mantenimiento a robótica y horquillas. Este Maserati requerirá más cariño para salir con éxito del taller, y el proceso sigue su curso.
Estos problemas de relevancia fueron el pretexto para dejar en el taller las unidades, donde complementariamente se les estará brindando una renovación y cambios preventivos en otros componentes además de tratamiento a pintura , tapicería y problemas menores .
Las dificultades asociadas a los tres casos se hallan tanto en la complejidad técnica de los autos como en la baja confiabilidad de esta marca de exóticos, pero en especial en lo escaso de las refacciones, aún con proveedores europeos con catálogo en internet.
Acudir a un deshuesadero a buscar refacciones de un Maserati tiene tan improbable expectativa de éxito como salir a cazar unicornios. Además, los problemas de funcionamiento que presentan estas unidades rara vez se hallan descritos en literatura, pues el escasísimo volumen de unidades a la venta hace que no resulte práctico para los editores especializados un tiraje significativo de manuales técnicos.
Esta escasez lleva, sin embargo, a otra circunstancia de consideración: Estas unidades por ahora se cotizan a la venta en alrededor de un millón de pesos, pero por su bajo número, considerables capacidades dinámicas y estilizado diseño podrían eventualmente ver multiplicado varias veces su valor con el correr de los años.
Es por este potencial de ganancia que las inversiones en su correcto funcionamiento quizá no resulten ser gasto, sino una apuesta afortunada. Sólo el tiempo lo dirá.