Desde su debut en producción allá por octubre de 2020 y su arribo formal al mercado mexicano a inicios de 2021, el Volkswagen Taos no ha hecho más que enriquecer el portafolio de la firma alemana. El SUV compacto se colocó rápidamente entre los más vendidos de su categoría, convirtiéndose en uno de esos casos donde con elementos muy precisos, se obtiene una fórmula ganadora. Con el paso de unos pocos años, el modelo fue recibiendo pequeñas variaciones en versiones y acabados, pero ahora, en su primer facelift profundo, el cambio es evidente a simple vista. Nuevo rostro, firma luminosa más estilizada, fascia rediseñada y rines con patrones inspirados en el lenguaje visual de la familia ID de Volkswagen.

Al interior también hay evolución, sutil y sin arriesgar demás. El tablero fue rediseñado, y la pantalla central de 10 pulgadas, ahora en posición semi flotante, se roba la atención desde el centro del habitáculo. Acompañan nuevos insertos decorativos y vestiduras bitono que equilibran deportividad con una vibra fresca y juvenil. La percepción de calidad mejora gracias a una presentación más cuidada, aunque los plásticos duros siguen dominando. Eso sí, son más resistentes y fáciles de limpiar. El acabado piano black gana terreno; visualmente elegante, sí, pero también propenso a rayones, para no perder la costumbre.

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La lista de equipamiento crece y ahora el clúster digital, el sistema de infoentretenimiento y buena parte de las asistencias activas son estándar en todas las versiones. Pero la verdadera noticia está debajo del cofre. Se mantiene el confiable y conocido motor 1.4 TSI de 150 hp y 184 lb-pie, pero ahora acoplado a una transmisión automática de 8 velocidades, diciendo adiós a la anterior de seis, y los beneficios se notan desde el primer kilómetro. En manejo dinámico, el motor puede mantenerse más cerca de su zona ideal de torque; en manejo relajado, reduce las revoluciones y mejora el consumo de combustible.
La suspensión, que ya era uno de sus puntos fuertes, sigue destacando por su buen aislamiento sin perder contacto con el camino, y la dirección precisa y bien calibrada, hace que viajar en carretera sea una experiencia de control y confianza. A eso se suma la comodidad de los asientos, el espacio generoso en ambas filas y una cajuela suficientemente capaz como para acompañar un viaje familiar con equipaje incluido.

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Con este rediseño, el Taos no solo se mantiene vigente, sino competitivo en un segmento sumamente popular. Y lo hace con el respaldo de una manufactura nacional, producida en la planta de Puebla, lo cual también es un argumento a favor cuando se habla de disponibilidad de refacciones y soporte postventa. Está disponible en tres versiones, con precios desde $489,280 pesos, hasta la variante Highline como la que manejamos, con etiqueta de $595,690 pesos, todas con garantía de cinco años o 100,000 kilómetros, lo que confirma que Volkswagen quiere seguir dándole batalla al segmento no solo con estética y tecnología, sino también con compromiso y confianza.
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