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La Torre Eiffel fue durante décadas motivo de inspiración para los relojeros que creaban movimientos esqueletados, esa complicación que consiste en eliminar todo el metal que sea innecesario para el funcionamiento adecuado del mecanismo. El resultado son esculturas mecánicas en las que el vacío es tan importante como la materia, como en las obras poéticas en las que el silencio dice tanto como las palabras.
No hay mejor ejemplo de este frágil equilibrio que la famosa estructura de hierro forjado diseñada por Gustave Eiffel a fines del siglo XIX.
¿Pero qué tal si hubiese pasado al revés? ¿Quizás fue el mismísimo Eiffel quien conoció antes el mecanismo de tourbillon bajo tres puentes de oro presentado por Constant Girard en la Exposición Universal de París en 1867 y por el cual recibió una medalla de oro?
Es mera especulación, pero ayuda a entender la importancia que la arquitectura siempre ha tenido en Girard-Perregaux, algo que queda claro en el nuevo Laureato Skeleton.
Este reloj es la entrega más reciente que la manufactura ha hecho dentro de la vitaminada colección Laureato, que resurgió en 2016 luego de años de haber salido de su portafolio.
La elaboración de mecanismos esqueletados es una de las grandes habilidades de la firma de La Chaux-de-Fonds, la relojera ciudad suiza que fue, no hay que olvidarlo, el lugar de nacimiento del renombrado arquitecto Le Corbusier.
En Girard-Perregaux saben que una pieza con estas características refleja, como ninguna otra, la relación entre forma y función. Tampoco ignoran que un guardatiempo de este tipo debe hablar el lenguaje de su época. Esto último es importante porque, aunque el origen de la marca se remonta a 1791, el Laureato original fue creado en 1975.
Por ello, no tiene sentido desarrollar para él un movimiento esqueletado que recuerde a la Torre Eiffel de 1889, cuando estamos ante un reloj que “dialoga” con Frank Lloyd Wright, el propio Le Corbusier o hasta Luis Barragán. El Laureato es un objeto contemporáneo y eso debe observarse en sus componentes.
Condensado en esencia, la belleza del movimiento calibre GP01800-0006 queda reforzada por el impecable acabado cepillado de su superficie, rematado con un pulido en las aristas cuyas dimensiones mínimas obligan a que sólo pueda ser hecho por un maestro artesano.
Observar esta transición entre las superficies, sobre todo en los ángulos interiores de los nervios de los puentes, es el mejor modo de constatar si estamos ante un esqueleto de Alta Relojería o no. El mencionado rasgo contemporáneo, evidente en la decoración gris mate de su superficie, es amoldable a las opciones con caja en acero o en oro rosa del Laureato Skeleton.
El movimiento mide 30 milímetros de diámetro, lo que le permite encajar a la perfección en las grandes dimensiones de la caja (42 mm). Como novedad técnica, es la primera vez que este mecanismo emplea un volante de inercia variable.
Durante años se ha dicho que el nombre de Laureato fue propuesto por el distribuidor italiano de la firma por la película El graduado , estrenada en aquel país con el título de Il Laureato . Vivíamos en un error.
Según los responsables de la marca, el nombre procede del empeño de la compañía por certificar su movimiento de cuarzo como cronómetro. Recordemos que Girard-Perregaux había sorprendido en 1970 al sector relojero suizo con un movimiento de cuarzo que competía con el propuesto por la industria. Su desarrollo era más preciso, con una frecuencia de 32,768 Hz. El calibre fue presentado en la colección Laureato, o sea, equipada con un movimiento “graduado”.