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El martes de esta semana, Microsoft reveló en la E3, la mayor feria de videojuegos del mundo, que el próximo 7 de noviembre saldrá a la venta su nueva consola, la Xbox One X, la que será la más cara del mercado con un valor de 499 dólares.

Sin embargo, pese a la expectación tras el anuncio, durante una entrevista, el jefe de Xbox Phil Spencer, aseguró que las ventas de la nueva consola no generarán ganancias para Microsoft. Por el contrario, la compañía perderá dinero con cada unidad vendida, al menos en lo que se refiere a la relación entre los costos de fabricación y lo que ingresa por cada venta.

Esta situación supone que el nuevo producto de Microsoft no buscará hacer negocio con la consola, sino que se apuntaría a ser una plataforma para vender juegos, que es donde realmente está el negocio para los grandes de la industria.

La compañía no estaría innovando con esta estrategia: ya en 2006 la PlayStation 3 de Sony comenzó a venderse en un precio inferior al costo de producción, en una estrategia que resultó exitosa para Sony, luego de que la PS3 se convirtiera en un trampolín para los ingresos por licencias de juegos.

La única de las consolas que generaría ganancias durante el año sería la Nintendo Switch, de la que se podrían vender hasta 18 millones de unidades este año.

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