Hace un mes, Komal Dadlani se acercó hasta una escuela pública en los Emiratos Árabes y presentó la aplicación móvil que en 2015 la hizo acreedora del Cartier Initiative Awards -premio que destaca a la mujer más emprendedora a nivel global- y que actualmente la tiene viviendo en San Francisco, la cuna de la innovación tecnológica. Se llama Lab 4U y nació hace tres años en los pasillos de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Chile, donde estudiaba.

"Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo, el 88% de los colegios en Latinoamérica no tienen laboratorios. Con base a esta falta de equipo se nos ocurrió crear una solución de bajo costo que permitiera experimentar las ciencias de todas formas", cuenta Dadlani.

Con este objetivo en mente, Lab 4U aprovecha los sensores incorporados en los teléfonos inteligentes para recrear una serie de instrumentos; entre ellos microscopios, acelerómetros y magnetómetros. El 70% de los usuarios que la descargan terminan usando la aplicación al menos una vez por semana.

Así lo explicó la joven durante su paso por tierras árabes, donde participó en el Foro Global de Educación y Habilidades organizado por la Fundación Varkey, en Dubái. Como ella, fueron varios los emprendedores de Silicon Valley que llegaron a exponer cómo habían logrado sacar adelante sus emprendimientos pedagógicos en un mundo en donde las aplicaciones móviles crecen a un ritmo acelerado: el portal Statista calcula que solo para el sistema iOS, se crean cerca de mil cada día.

Más que novedad

Entre los errores más comunes a la hora de armar un emprendimiento educativo está volverse demasiado académico y olvidar que ante todo, el contenido va dirigido a estudiantes. "Si estás pensando en niños cursando enseñanza básica, entonces las animaciones deben ser parte esencial de lo que se crea. Vas a querer que se sientan identificados", indicó Dan Donahue, parte del equipo detrás de la compañía de contenido educativo Brain Pop.

Asimismo, se requiere de una investigación previa que identifique problemas a tratar y un grupo de control que permita ver qué tan útil es el producto que se ofrece de alternativa. "Dentro de este contexto, es importante certificar que la herramienta que se entrega permite a los niños explorar de forma independiente, sin la necesidad de que el profesor o el apoderado estén constantemente supervisando", agregó Noelle Millholt, de la serie de libros interactivos Speakaboos.

Esto no implica dejar de lado a los maestros, explicó Matt Greenholt, de la compañía de inversiones Rethink Education. Para que un emprendimiento educativo prospere, es fundamental tomarse el tiempo para pedir consejo a los profesores -son ellos quienes viven el día a día del aula y quienes mejor conocen sus necesidades-, capacitarlos y explicarles de qué forma puede la tecnología ayudarlos en la tarea de enseñar a otros.

Un ejemplo que ilustra que no basta con solo instalar tecnología son las pizarras inteligentes. "Sin capacitaciones se vuelven la novedad del momento, pero al rato se dejan de lado", explicó Andreas Kullberg, director ejecutivo de Pamoja, compañía dedicada a capacitar de forma interactiva a los alumnos que rinden el Bachillerato Internacional. "Las escuelas dicen estar dispuestas a volverse más digitales, pero para eso se necesitan explicaciones y un período de adaptación. Sin estas dos cosas, es probable que la tecnología solo se considere una carga de trabajo adicional".

Con Kullberg concuerda Ricardo Mansilla, director de los emprendimientos chilenos Clic Educa y Musíglota, que han sido premiados por ProChile y la Organización de Estados Americanos. Mientras el primero permite a los profesores construir sus propias clases interactivas y potenciar el aprendizaje de sus alumnos mediante contenido multimedia, el segundo facilita el aprendizaje de un segundo idioma por medio de la música en dispositivos móviles.

"Tratamos de facilitar y simplificar la labor de los profesores al máximo. Desde esa perspectiva, intentamos ser sus socios tecnológicos, recoger sus necesidades reales y entregarles recursos muy simples de usar que les permitan generar un vínculo con los estudiantes de hoy, que son nativos digitales y, por lo tanto, muy receptivos a cursos relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)", cuenta sobre su enfoque.

El equipo de Lab 4U funciona de la misma forma, haciendo un "seguimiento de cómo se usan sus herramientas en la sala".

"Además de desarrollar un vínculo fuerte con las comunidades educativas o usuarios finales para estar acorde al contexto, pienso que lo más importante es generar soluciones que sean simples de usar y propongan aprendizajes significativos y cotidianos. Esto asegura que se puedan mantener en el tiempo", agrega Mansilla.

Bajo esta mirada, lo importante es privilegiar el aprendizaje antes que la novedad tecnológica: esto último solo sirve como incentivo en un principio, pero no se sustenta en el largo plazo. "No es el aprendizaje el que debe adaptarse a la tecnología. Es la tecnología la que debe adaptarse hasta encontrar la mejor forma de entregar cierto contenido", concluyó Kullberg.

 Enganchar a los desinteresadosEn marzo de este año, la firma The Boston Consulting Group y el Foro Económico Mundial dieron a conocer un estudio conjunto titulado "Nueva visión para la educación: fomentar el aprendizaje social y emocional a través de la tecnología". El texto explica que, cuando es bien utilizada, la tecnología puede "personalizar el aprendizaje, enganchar a los estudiantes menos interesados, complementar lo que se estudia en la clase, extender la educación a horarios extraescolares y proporcionar el acceso al aprendizaje a estudiantes que, de otra forma, no podrían tener suficientes oportunidades".

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