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Noviembre es un mes sin igual en Jalisco. La Feria Internacional del Libro despierta una vida inédita en Guadalajara. Año con año, la ciudad, su Expo, sus hoteles, sus cafés y restaurantes se llenan de cultura, presentaciones y, lo más importante, de debate de ideas. La FIL es un espacio democrático único donde podemos encontrar desde los grandes maestros de las letras mexicanas e internacionales, los comunicadores del momento y artistas hasta los niños, cuyas escuelas, los llevan a visitar la vasta exposición.
En cada edición del evento se escoge a un país invitado para mostrar su riqueza cultural y conocer, durante unos días, sus mayores exponentes literarios. Esta vez Portugal fue el invitado especial. No obstante, la vocación global de la feria no se limita a un solo país, pues en su sección internacional es posible encontrar casas editoriales de todas partes del mundo: desde Argentina hasta Alemania.
En esta ocasión tuve la felicidad de vivir la FIL de manera especialmente intensa. Durante los distintos días en los que estuve presente pude compartir espacios con personajes como Lydia Cacho, Jesús Ramírez, Jorge Volpi, José Woldenberg, Gina Jaramillo y la maestra Gabriela Warkentin.
El primer domingo de la FIL inició con una charla sobre el nuevo proyecto de la periodista Lydia Cacho: una “docuserie” de cinco documentales. Uno de ellos trata de niños y niñas con debilidad visual que nos hablan de sus sueños y expectativas sobre el país. Me sacaron lágrimas al escuchar sus historias y al entender la sensibilidad con que miran a pesar de no poder ver.
Luego, regresé el jueves siguiente por la noche para participar en los “Foros sobre los nuevos tiempos mexicanos” que tratan sobre las perspectivas sobre el gobierno de López Obrador.
En la mesa, cada uno de los ponentes expuso los retos y expectativas que tenían sobre la 4ta Transformación y sobre el papel que habrán de desempeñar los ciudadanos en esta nueva etapa. La sociedad ahí presente se expresó, sumó y compartió sus deseos y sus temores: fue un ejercicio plural y enriquecedor.
Al día siguiente, a las doce del mediodía hablamos sobre el bello libro infantil de Gina Jaramillo: un libro para chicos y adultos. Su libro es un cuento de diversión y conversación, así como de entretenimiento. “El sueño de Andrés”, además, tiene ilustraciones maravillosas.
Andrés es un niño del sureste al que le gusta jugar béisbol y que ama la naturaleza. Un niño con muchos sueños que tropieza, pero al final en compañía de sus amigos alcanza sus sueños. Esta última presentación fue la más reflexiva y profunda. Los presentes compartimos nuestros sueños de la infancia, y nos hicimos preguntas. Reímos, lloramos y compartimos desde el corazón esos recuerdos de la niñez.
En el libro, Andrés alcanza su sueño y así termina la historia. Para mí, el sueño de Andrés y el de muchos mexicanos inició el pasado primero de diciembre. Gracias a la Feria Internacional del Libro por darnos motivos para la reflexión. Gracias a Andrés por compartirnos y hacernos parte de su sueño. ¡Suerte en este camino!
Diputada federal