Esta semana dio inicio el proceso electoral para renovar a los integrantes del Parlamento Europeo. ¿Por qué razón esto tendría relación alguna con el cambio climático? ¿Por qué deberíamos preocuparnos?

Las encuestas señalan que los partidos provenientes del populismo de extrema derecha tienen grandes oportunidades de ganar por lo menos un tercio del total del Europarlamento lo cual, no sólo es grave para la democracia, para la propia unidad de la Unión Europea sino que también puede representar un grave riesgo para la lucha contra el cambio climático.

Negacionistas del cambio climático como Matteo Salvini en Italia o Marine Le Pen en Francia ahora tendrán la posibilidad de obtener más recursos económicos para sus campañas, así como contar con más votos cuando se trate de la votación de iniciativas de reformas en materia de cambio climático y a la hora de seleccionar funcionarios públicos responsables de diseñar la política pública en la materia.

El partido de Salvini por ejemplo, en el último parlamento ha votado en contra de una gran cantidad de propuestas legislativas en materia de cambio climático mientras que otros de plano niegan el cambio climático alegando que el CO2 es un componente natural en la atmósfera que siempre ha estado ahí y que además resulta vital para la vida en el planeta.

En ese mismo sentido, muchos de los partidos populistas se oponen de manera abierta y clara al Acuerdo de París, por considerar que, documentos como esos, permiten una injerencia ilegítima de terceros en la definición de políticas públicas dentro del país al determinar pautas que limitan la libertad y soberanía del Estado en aras del cumplimiento de pautas signadas internacionalmente.

Lo anterior sin contar con argumentos mucho más simples como la oposición a la energía eólica pues los molinos “se ven mal o hacen demasiado ruido”, apelando al voto de los ciudadanos de las localidades afectadas por la construcción de plantas de energía eólica. O como en Francia, donde la extrema derecha del National Rally (NR) si bien apoya las energías limpias, hace campaña en contra de las acciones internacionales contra el cambio climático acusándolas de ser un invento “comunista”.

Tanto en Austria como el Reino Unido, el discurso también se ha enfocado en supuestamente “desmitificar” el cambio climático como un fenómeno absolutamente natural producido por el incremento en las llamaradas del sol o como un ciclo natural en la naturaleza terrestre y negando, por tanto, cualquier responsabilidad del ser humano en el aumento de la temperatura promedio.

Por supuesto, posturas como las anteriores representan un peligro muy grande para las acciones y avances que se han logrado en Europa y el mundo para hacer frente el cambio climático, hasta el grado de poner en peligro incluso, el cumplimiento de los compromisos signados por los distintos países de la Unión en el Acuerdo de París.

En los próximos años, el Parlamento Europeo tendrá en sus manos la elaboración de la legislación que impactará áreas tan sensibles como biodiversidad, agricultura, emisiones de CO2 y contaminación, de lo que ahí se determine dependerá si en el futuro logramos alcanzar la meta de 1.5ºC máximo de incremento. Y todo ello antes de que el tiempo se acabe y el aumento de temperaturas y el impacto social y económico se haga irreversible, no sólo para Europa sino para el mundo entero.

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