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Primera semana de diciembre, a 18 días de la fecha más esperada en el mundo: Navidad. Esta festividad es tan importante, que refleja su influencia en una cifra económica que Deloitte dio a conocer tras un estudio en 2012: sin Navidad, el producto interno mundial sería un 14% menor al observado con la presencia de esta fiesta.
Pero los sociólogos también perciben un problema: la Navidad suele volverse más mercadotecnia que alegría: más regalos y materialismo, que los valores de convivencia y generosidad que se pregonan.
Esto es parte de un fenómeno que Gilles Lipovetsky denominó “la sociedad del hiperconsumo”, advirtiendo que el marketing instala en el subconsciente al consumo como una aproximación a la felicidad, y al éxito como una categoría que puede medirse por la capacidad de adquirir objetos materiales. Señala el sociólogo que uno de los peligros de esto es la pérdida de la confianza social, el altruismo, y la empatía; y Zigmunt Bauman afirma que nos transformamos en una “sociedad liquida”, en donde nuestros lazos ya no están cohesionados.
Para fortalecer nuestra humanidad requerimos despertar emociones, sentimientos y empatía entre nosotros, y una eficaz manera de hacerlo es a través de la literatura. Dentro de ella, los cuentos han sido categorizados como el auto por excelencia para transmitir los valores, y he aquí algunas historias imprescindibles para ser rescatadas en estas fechas.
El primero es Canción de Navidad, de Charles Dickens. Cuento escrito en 1843, resalta el valor de la generosidad, pues el señor Scrooge, hombre ambicioso y avaro, recibe en la víspera de Navidad la visita de tres fantasmas que lo hacen cambiar radicalmente.
El cascanueces y el rey de los ratones, escrita en 1816 por el pruso Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (y adaptada después a la popular pieza de ballet que hoy conocemos), cuenta cómo Marie descubre que su cascanueces de juguete toma vida, y juntos se inmiscuyen en el Reino de los caramelos, donde deben afrontar batallas que requieren de valor.
La pequeña cerillera, el soldadito de plomo y la reina de las nieves, de Hans Christian Andersen, son otros grandes ejemplos en donde se resaltan el amor y la misericordia; así como Rumpelstiltskin, y Hansel y Grettel, de los Hermanos Grimm.
En el abanico mexicano, contamos con un clásico de la literatura: La Navidad en las Montañas, de Altamirano. Breve novela costumbrista, en la que se anhelan navidades mejores del pasado. ¿Por qué “mejores”? Es lo que debe descubrirse…
Habrá quienes digan que las anteriores obras se pueden ver en pantallas, de una manera más digerida, pero una película no es capaz de transmitir la misma experiencia que la lectura, porque al leer reflexionamos y dialogamos con lo que está frente a nosotros. Al reflexionar los valores y sentimientos experimentados, los hacemos nuestros y podemos aplicarlos en la vida diaria. De eso se trata: de que los valores que estas obras contienen se lleven a la realidad.
No olvidemos que según el Módulo sobre Lectura (Molec) del Inegi para el 2018, un mexicano en promedio lee sólo 3.8 libros al año. Esta temporada es una oportunidad para que incrementemos esa cifra. Sean leídas por niños, jóvenes o adultos, estas breves obras son una escapatoria al materialismo, y una invitación a deleitarnos con una Navidad de cuento.