Quizá tendríamos que ver un poco más allá de lo inmediato, más allá de lo local y más allá del calendario electoral, para ir más lejos. Nos vendría bien, como sociedad, apuntar más allá del gobierno en turno y el presidente actual, y al gobierno dejar de ver confrontación donde tendría que haber colaboración y enemigos donde encontraría aliados. Caminar juntos paga bien. Hacerlo acompañados, no solo genera transformaciones, sino que las profundiza.

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Un grupo de 15 mil mujeres están unidas y trabajan desde sus trincheras para hacer de nuestro mundo un mejor lugar. Son 15 mil mujeres que no hablan el mismo idioma ni viven en el mismo continente, pero que tienen causas y objetivos comunes. Mujeres que utilizan su poder, poco o mucho, para empoderar a otras mujeres y a comunidades enteras.

Entre esas 15 mil mujeres, hay miles que nunca se han visto en persona, pero saben que tienen una red donde convergen para lograr lo que solas sería imposible.

Esas 15 mil mujeres son parte de Vital Voices, organización global de las Naciones Unidas que apoya, facilita e incentiva a mujeres que empujan diversas —y complejas— agendas a coordinar esfuerzos y lograr objetivos compartidos.

Mujeres como Preithy, de India, que trabaja para sacar a niños de los burdeles de prostitución en su país o Sunitha, que se confronta con los tratantes de personas salvando a cientos niños de redes criminales. Ariela, de El Salvador, que vive con integrantes de la Mara Salvatrucha, para quienes busca generar plataformas de trabajo alterno a la venta de drogas. Jamira, que visibiliza la pobreza en comunidades afroamericanas de los Estados Unidos para brindarles más oportunidades a los jóvenes cuya afiliación a las pandillas pareciera su única alternativa. Nadia, Premio Nobel de la Paz, quien escapó de las redes de tratantes que la sacaron una noche de su casa y asesinaron a su familia frente de ella a los 11 años, y que hoy dedica su vida a salvar niños de las manos de los traficantes de personas. Andrea, una mexicana combatiendo el calentamiento global con soluciones de reciclaje. Samar, quien rescata a niñas que fueron forzadas a contraer matrimonios como parte de las deudas de sus padres en Pakistán. Daniela, salvando la selva del Amazonas en sudamérica. La lista es larga. Detrás de cada nombre hay una historia, y acompañándolas, una causa. Caminando a su lado, vamos miles.

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Vital Voices, la organización que nos reúne a todas para crear oportunidades y soluciones internacionales en las labores que a ratos parecen rebasarnos, elige cada año a cinco mujeres para reconocerles su labor en derechos humanos, liderazgo, el trabajo en visibilizar lo olvidado y el empoderamiento económico.

Este año fue un honor haber acompañado, en el Kennedy Center de Washington, a Habiba Ali, de Nigeria; Amañada Nguyen, de EU; Rouba Mhaissen, de Siria, y Diane Von Furstenberg, de EU. La importancia de un reconocimiento no radica en el premio en sí, sino en la posibilidad de alzar la voz, empujar cambios y detonar transformaciones que impacten de manera cotidiana la vida de miles o millones de personas. El incentivo está en visibilizar lo que a ojos de gobiernos enteros no existe, comenzando por el trabajo coordinado y las acciones comunes que organizaciones y autoridades podemos realizar. Escucharnos más, acompañarnos mejor, caminar en el mismo sentido porque, si lo hacemos, nos daremos cuenta que estamos más cerca de lo que parece, que el interés genuino por generar mejores condiciones de desarrollo nos une.

Fundada hace más de 20 años por Hilary Clinton, Vital Voices, hoy parte de la ONU, nos demuestra y recuerda la importancia del trabajo en equipo entre sociedad y gobierno. Ojalá en nuestro país, la sociedad civil organizada y no, y el gobierno del presidente López Obrador, así como los gobiernos estatales y municipales, cerremos una brecha que a nadie conviene siga ampliándose. A final de cuentas, si nos escuchamos más, veremos que juntos podemos más.

Directora de Reinserta

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