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Con unas cuantas palabras bien calculadas, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jay Powell, cambió radicalmente el ambiente negativo en el que estaban los mercados financieros. Este entorno se fue generando desde el tercer trimestre de 2018, en gran parte por el aumento esperado de la tasa de interés y por las diferencias comerciales entre Estados Unidos y China.
Las palabras clave fueron que, en su opinión, “los mercados se han adelantado mucho a los datos”, al anticipar los riesgos para la economía estadounidense. Y, para calmar los nervios por el alza del interés, indicó que el Fed será “paciente” en su plan de seguir aumentando la tasa.
Casi inmediatamente las cifras revelaron un aumento extraordinario de empleos en diciembre (de 312 mil puestos) y un aumento de salarios de 3.2%, ambos que, por lo alto de las cifras, los analistas consideran insostenible.
Y, sin embargo, el mercado ahora ya no cayó ante un mayor riesgo de tasa de interés, cuando hace unas semanas estos aumentos lo habrían alertado sobre el riesgo de una mayor tasa de interés.
Hoy los mercados tienen una mejor perspectiva de que 2019 será un año de crecimiento continuo y con creación de más empleos.
Ese es el poder que tienen las palabras del presidente del Fed. Se da por entendido que no está preocupado por la inflación y no es aventurado decir que estaría preparado para una tasa de inflación mayor al 2%, que es su objetivo, por algún tiempo.
Más interesante aun, sin embargo, es que, si la única economía avanzada del mundo que está hoy creciendo satisfactoriamente ya indica que será paciente con sus aumentos del interés, es porque la tasa de hoy, en 2.5%, no aumentará mucho más.
Esto es porque no será fácil para Estados Unidos escapar ileso a una desaceleración del crecimiento global. Aun hay mucha confusión, pues apenas en octubre el Fondo Monetario Internacional proyectaba 3.7% de crecimiento mundial en 2019. Hoy esa cifra parece muy improbable.
Para empezar, en el tercer trimestre ya registraron caídas de actividad Japón, Alemania, Italia, Suecia y Suiza. China está lejos de registrar una caída, pero con una economía tan grande, sólo basta con que se desacelere de 6.5% a 5.5% para que cause una revisión general de expectativas.
Y ese crecimiento, según las cifras oficiales de China, generalmente se considera inflado. Más revelador que esos datos es lo que están registrado las empresas que venden en ese país, cuyas cifras más recientes —y más confiables— indican fuertes caídas, sobre todo de expectativas de ventas en 2019. No sólo es Apple, sino toda la industria automotriz.
Regresando a Estados Unidos, si el Fed ha cambiado su visión y ya ve un límite a la tasa de interés máxima que fijaría en este ciclo, indicaría que ya vimos lo mejor de la expansión en esa economía. Lo mejor que podría suceder sería que dejara de subir su tasa, o bien que sólo hiciera un aumento más, y no tan pronto como marzo.
Al hacerlo así, el tipo de cambio del dólar se debilitaría y el del peso se estabilizaría, en un nivel fuerte. Un dólar menos fuerte ayudaría a Estados Unidos a sostener su actividad económica, sobre todo si el debilitamiento está llegando del exterior. A México le ayudaría, al reducirse el riesgo de una caída económica abrupta en las exportaciones a ese país y en las remesas de trabajadores.
Este escenario no está tan mal para México, al permitir un crecimiento modesto y sin tanta presión sobre el tipo de cambio del peso.
Analista económico.
rograo@gmail.com