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La digitalización de los datos personales, el uso de dispositivos móviles para realizar transferencias bancarias y el boom de las compras electrónicas han puesto en una posición vulnerable a los ciudadanos en México. Las cifras de la Condusef revelan que de 2007 a 2015 se registraron 52 mil 433 quejas por robo de identidad. El sinfín de datos que fluyen a través del mundo digital ha facilitado este delito.
“Antes lo que se hacía era alterar un pasaporte, una INE o un estado de cuenta y se podía contratar todo tipo de productos. Era la forma “tradicional”. Ahora con una sola clave puedes acceder a toda la información y hacer todo tipo de operaciones financieras”, explica Mario Di Costanzo, presidente de la Condusef.
Entre 2007 y 2010, la institución únicamente tenía inconformidades de clientes que denunciaban el cobro de productos que nunca solicitaron. En 2011 llegó una nueva modalidad: 2 mil 72 reclamos por emisión de tarjetas de crédito sin solicitud. Y para 2014, tres nuevas formas se añadían a la lista: apertura de créditos y cuentas bancarias a nombre de personas que vivían sin saber que tenían una deuda
Este delito creció de forma acelerada. En 2007 se tenía el registro de 947 casos y a finales de 2015 la cifra fue nueve veces más grande: un total de 9 mil 84 mexicanos presentaron una queja ante Condusef.
Pedro Torres, taxista en el Estado de México, aún se pregunta en qué momento se apoderaron de todos sus datos. En diciembre de 2014 recibió una llamada del departamento de crédito y cobranza del banco Scotiabank cuestionándole por el adeudo de un pago. “Me preguntaron si era Pedro Torres, dije que sí. Luego me aseguraron que había adquirido un automóvil Mazda modelo 2015”, narra. Nada de esto era cierto.
En enero de 2015, un agente de cobranza aceptó que su caso fuera sometido a una investigación y le pidieron que acudiera a una sucursal bancaria para comenzar los trámites de cancelación de financiamiento. Una semana después el fallo fue a su favor. El documento decía “suplantación de identidad”. Cuando Pedro estaba en el banco vio el contrato que supuestamente firmó, pero no era su foto, no era su firma. No era él.
En 2014 se registraron mil 718 reclamaciones ante Condusef por posibles robos de identidad relacionados con créditos otorgados sin ser solicitados ni autorizados por el usuario.
El problema para Torres no terminó ahí. Se sumaron otras tres empresas de cobranza que le exigían pagos por una camioneta, un coche de lujo comprado en el estado de Puebla y una tienda departamental por la compra de diversos artículos. Antes de que aparecieran estos créditos, Pedro no tenía antecedentes crediticios negativos. En su historial había tres vehículos, que utiliza como taxis, y que adquirió por financiamiento.
Un mes después de su primer encuentro con los bancos, Torres se llevó una nueva sorpresa. “Pedí un crédito para comprar otro taxi y me rebotaron la solicitud. Les comenté el problema que había tenido y que ya estaba solucionado. Me pidieron un documento en el cual me deslindaran del problema pero de nuevo no pasó. El crédito por el Mazda no estaba, pero había más”, explica.
Al momento de revisar su buró de crédito encontró deudas que él jamás había adquirido. Un préstamo con Santander, un crédito por un auto Jetta de lujo y compras en la tienda Coppel terminaron con su buen historial. En el documento se leía que llevaba más de medio año de no pagar.
Torres acudió al Ministerio Público e interpuso una denuncia por falsificación y utilización indebida de documentos. Su propósito era ampararse ante reclamaciones, quejas e incluso embargos de próximas compras que surgieran a su nombre. A pesar de que cuenta con un documento de la Procuraduría General del Estado de México las deudas fantasmas a su nombre siguen llegando.
La última fue en mayo de 2016. Un nuevo vehículo se sumó a la lista de problemas de Pedro. “Estoy cansado de hacer los mismo trámites cada vez que esto ocurre. Me robaron la identidad, ya me fregaron. Ya estoy en el buró y no puedo seguir creciendo mi negocio porque el banco ya no me quiere prestar dinero”, afirma.
La Condusef cuenta con el protocolo PORI (Por Robo de Identidad), que consiste en citar al afectado y a la institución para comprobar que el contrato coincida con la persona, y en el caso de que eso no ocurra, se realice la cancelación de los créditos en el buró de crédito. Pero esto no ha frenado a los estafadores. Un informe elaborado por este organismo, a partir de la información que tiene la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), llamado R27, reconoce que el primer semestre de 2016 se cometieron 32 mil 719 posibles robos de identidad. Estos casos sumaron 436 millones de pesos que los usuarios reclamaron ante las autoridades.
Los montos solicitados bajaron en 2013, año en el que cada consumidor reclamó, en promedio, 8 mil 900 pesos por este delito. Entre enero y junio de 2016 esa cifra quedó en 13 mil 300 pesos. Cantidad similar a la que se tenía en 2011.
Fraudes cibernéticos
A principios de noviembre, clientes de Banorte recibieron correos electrónicos que les aseguraban que sus cuentan habían sido bloqueadas temporalmente y para reactivarlas tenían que llenar un formulario. Ante esto, la Condusef lanzó la alerta de que todos estos correos eran falsos.
Entre enero y junio de 2016, la CNBV y la Condusef detectaron 836 mil 532 posibles casos de fraudes cibernéticos. Casi el triple de lo que se registró en el mismo periodo de 2015. Año en el que se tenían 304 mil 256 delitos de este tipo, de acuerdo con el reporte R27. Este delito creció incluso más que el fraude “tradicional”. En materia de fraudes financieros, el aumento en la modalidad cibernética es una de las principales preocupaciones de la Condusef.
De los más de 800 mil reportes de fraude cibernético, nueve de cada 10 (835 mil 764) fueron por clonación, robo o extravío.
“Imaginemos que el esquema de seguridad cibernética es como una esfera sólida. Pero tiene muchas puertas, y esas puertas son los números secretos que le dan al usuario. Entonces a veces por desconocimiento de la tecnología del usuario o porque la delincuencia es muy hábil para engañar, está sucediendo este fenómeno”, explica Di Costanzo
Nadie se salva
A finales de julio de este año, el titular de la Condusef fue una víctima más de fraude financiero. Al revisar el estado de cuenta de su tarjeta de crédito de BBVA Bancomer, Di Costanzo vio compras que él nunca realizó. Los gastos rondaban los 52 mil pesos.
“En el banco me dijeron que habían clonado mi tarjeta en el mes de diciembre en Nueva York. Esa fue la única información que recibí de Bancomer”, explica el funcionario.
El titular de Condusef asegura que las plataformas bancarias todavía son muy endebles en relación a la protección de datos, seguridad y certeza de que realmente es el titular de la cuenta el que está realizando los movimientos. En particular cuando estas operaciones se efectúan mediante banca móvil, como realizar transferencias, pagos o contratar créditos.
***Infografía: FERMÍN GARCÍA