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periodismodatos@eluniversal.com.mx
Gran parte del debate sobre tráfico de armas de fuego de Estados Unidos a América Latina se ha centrado en México. Según un informe publicado por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA por sus siglas en inglés) y el Violence Policy Center (VPC) existen rifles de asalto semiautomáticos importados a los Estados Unidos desde el extranjero que representan una parte “significativa” de los arsenales de narcotraficantes en México.
La Oficina Federal de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus silgas en inglés) en 2009 rastreo 21 mil 783 armas de fuego en tierra azteca, de las cuales 14 mil 604 provenían del país de la frontera norte. Del mismo modo, entre 2009 y 2014 la ATF reconoció que en México 70% de las armas de fuego eran de origen estadounidense.
La razón de que los cárteles y grupos criminales han tratado de adquirir armas de fuego en la Unión Americana es simple: no pueden comprar legalmente en México debido a las estrictas restricciones para la posesión (compra) de armas de fuego. En el país, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) es el único vendedor legal de armas a los ciudadanos.
En el año 2013 la Universidad de San Diego realizó un informe, en donde estimó que 253 mil armas de fuego son traficadas desde Estados Unidos a México cada año (aproximadamente 693 por día). "Estos rifles son baratos, son fiables, y son las armas preferidas por traficantes de drogas en todo el mundo. El presidente Obama podría hacer más difícil y costoso para los criminales comprar estas armas letales, afirma la directora legislativa del VPC, Kristen Rand.
México tuvo un aumento dramático en la violencia entre los años 2007 y 2011, la tasa de homicidios en el país casi se triplico, mismo periodo en el que se intensifico el tráfico ilegal de armas de fuego. "Si el presidente (Obama) quiere hacer algo para abordar el problema de la violencia perpetrada con armas de fuego, esto es algo que haría una diferencia real aquí en Estados Unidos y en México" dice Joy Olson, directora ejecutiva en WOLA.