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Toda la atención está ahora en Idlib. Su destino, con todos sus habitantes y sus refugiados de todas las regiones sirias. Más de tres millones viven con miedo e incertidumbre para sus familias y sus vidas. Es el enclave noroccidental retenido, aún, por los insurgentes, y el destino del siguiente y último asalto importante del presidente Bashar al-Assad. También es la última de las zonas de desescalada propuesta y mediada por los rusos, para ser conquistada una por una por su protegido en Damasco.
El reforzamiento militar por parte del régimen y sus aliados rusos e iraníes ha estado en marcha en los últimos meses. Su objetivo proclamado es derrotar al Frente por la liberación de Sham ex Al Nusra, un grupo afiliado a Al-Qaeda, la organización extremista islámica. Los esfuerzos de los partidos de Astaná fueron para separar a esos “terroristas” del resto a través de la intromisión turca. Los últimos contactos entre diplomáticos rusos y turcos en Moscú y Ankara fueron para lograr este objetivo. Paralelo al fervor diplomático liderado por Moscú, una docena de buques de guerra rusos se despliegan en el Mediterráneo, en el mayor reforzamiento naval desde la intervención directa de Rusia en Siria en septiembre de 2015.
Al mismo tiempo, Moscú acusó a Estados Unidos de fortalecer sus propias fuerzas en Medio Oriente en preparación para un posible ataque contra las fuerzas del gobierno sirio. El martes la portavoz del Departamento de Estado dijo que Estados Unidos responderá a cualquier uso verificado de armas químicas en Idlib o en otro lugar en Siria.
Las capitales están alarmadas por la posibilidad de un ataque militar contra Idlib por sus consecuencias políticas y humanitarias. Otro flujo de refugiados hacia Turquía representará un serio desafío para el Estado turco y los gobiernos europeos.
John Ging, director de operaciones humanitarias de Naciones Unidas advirtió que “...una gran ofensiva en Idlib tiene el potencial de crear una emergencia humanitaria a una escala aún no vista” en los siete años de guerra civil. Ging pidió el martes a los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas “que hagan todo lo posible para garantizar que evitemos esto”.
La temporización de la operación militar depende de los resultados de las negociaciones entre Turquía y Rusia. Turquía ha pedido más tiempo para convencer a los extremistas de Al-Nusra para que disuelvan su organización o para que se desconecten seriamente de Al-Qaeda, una tarea difícil para aquellos que prometen establecer un emirato islámico en cualquier lugar que puedan. Irán usó este tiempo para firmar un acuerdo de defensa con el régimen para fortalecer la legalidad de su presencia militar en Siria. Mientras los tambores de guerra suenan en Damasco, los esfuerzos de paz parecen estar estancados en Ginebra y en todas partes, tal vez esperando imponer la solución sobre el terreno por parte de los más poderosos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, expresó su frustración el lunes al insistir en una solución política para una situación muy peligrosa. Pidió a Rusia y Turquía que ejerzan su presión sobre el gobierno sirio, que amenaza con una nueva crisis humanitaria en Idlib, rechazando el diálogo para una transición política. Macron declaró: “Estamos en la hora de la verdad, a pocos meses del final del conflicto. Vemos a aquellos que, después de terminar la guerra contra el Estado Islámico, están presionando para restaurar la situación a su estado anterior: mantener a Al-Assad en el poder, devolver algunos refugiados y dar proyectos de reconstrucción a algunas partes. Este escenario será un gran error. ¿Quién causó que miles de refugiados huyeran? y ¿Quién cometió masacres contra su propio pueblo?... Es nuestro deber y nuestro interés asegurarnos de que el pueblo sirio pueda elegir a sus propios líderes...
El presidente Macron demostró con sus palabras su sabiduría y perspicacia. Expresó la posición de un estadista de un país que tiene una relación histórica con la región. Él habló cuando otros líderes callan. Los sirios fueron abandonados por la comunidad internacional durante siete años para enfrentar su destrucción a manos de los regímenes de carniceros. Ahora son nuevamente abandonados por las democracias occidentales para enfrentar un sombrío futuro hecho a medida por los mismos dictadores que infligieron implacablemente un daño insuperable a Siria y a los sirios por más de siete años.