Faltan unos días para que Andrés Manuel López Obrador asuma el cargo como presidente de este gran país y ha surgido muchas críticas, diversas opiniones respecto a las disposiciones del Senado de la República en busca mejorar lo que ha sido un lastre, desde hace muchos años, en la diligencia de este país: la corrupción.

Hace unos días, se aprobó la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, con la que se ha creado la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, además de una figura especial, los “superdelegados”, que van a estar al pendiente en cada uno de los estados, y en relación estrecha con los gobernadores para supervisar que todos los apoyos federales lleguen a los diferentes programas a realizar.

Esto pudiera interpretarse como el fin de la autonomía de los principales responsables de las entidades. Los gobernadores fueron electos por la sociedad, al igual que el presidente. Mi preocupación es porque hay razón en que algunos gobernantes hayan levantado la voz y no estén de acuerdo. Por el otro lado, están las historias de aquellos que se han enriquecido de forma grosera y que dejaron a Veracruz, Coahuila, Chihuahua, y otros más, en terribles condiciones económicas.

La reforma de Ley no parece tan absurda; sin embargo, pudiera terminar con la autonomía de los estados. Los gobiernos pasados se lo han ganado a pulso, pero se debe de llegar a un acuerdo para trabajar de manera conjunta y no entrar a una guerra de uno en contra de otro.

Pareciera que el nuevo gobierno federal no confía en los gobernadores que no son de Morena, pero hay que recordar que en la política, en todos los partidos hay de todo; y aunque no podemos generalizar, los antecedentes nos marcan que muchos funcionarios han caído en corrupción.

Para que no exista mayor incertidumbre, es clave plantear e informar de forma adecuada, para evitar que la sociedad perciba este ajuste como un posible abuso de poder. Hay que tener calma, hay que esperar y ver cómo funciona esta nueva administración. De algo estoy seguro: no nos puede ir peor que hasta el momento.

Solamente hay que recordar el despilfarro en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, para los que mucha gente se llevó dinero del presupuesto; más de un millón de dólares costaron la inauguración y clausura de esos juegos y hubo muchos gastos que no tuvieron razón de ser, como la construcción de la Villa Panamericana, que desde el 2011 no funciona y cuyos departamentos no se han podido vender. Ejemplos como éste hay muchos y es lo que seguro buscan controlar, pero insisto, con un trabajo en conjunto, sin pisarse el uno al otro.

No me asusta que llegue al poder un hombre como AMLO. México necesitaba un cambio y la población lo decidió; ahora, todos los demás debemos colaborar para que ese cambio sea transparente, y lo mejor para un país que necesita buenos gobernantes, y, sobre todo, que su gente esté unida para bien.

Profesor

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