Más Información
Guadalupe Taddei solicitará ampliación del presupuesto para la elección judicial a la Cámara de Diputados; “si funciona, estaremos mejor en calidad y resultados"
Sheinbaum es una "consumidora voraz" de información: José Merino; el tablero de seguridad, herramienta clave, destaca
IMSS-Bienestar asegura mantener contratados a 2 mil trabajadores en entidades no adheridas al organismo
Rosa Icela Rodríguez se reúne con próximo titular del INM; “arrancaremos el 2025 con mucho trabajo”, asegura
SSa llama a tomar medidas preventivas ante bajas temperaturas; pide proteger salud por temporada invernal
Polvo somos… y diamantes seremos... podría ser una máxima de empresas o corporaciones que en un plazo de seis meses se encargan de convertir los restos de un ser querido en piedras preciosas y lo mejor es que puede ser a meses sin intereses.
No importa que este servicio se cotice en dólares, que la diamantización más económica cuesta cerca de 200 mil pesos, o que el Vaticano haya prohibido que las cenizas de un ser humano sirvan como base para crear joyas, ha crecido el interés de los mexicanos por ese procedimiento, señala Manuel Ramírez Díaz, director del Sector Funerario J. García López en entrevista con EL UNIVERSAL.
Además de que se está imponiendo como moda, “es una manera muy especial de inmortalizar a un ser querido”, destaca.
En contraste, especialistas en Tanatología aseguran que este proceso no es sano. Primero, porque no se cierran ciclos, lo que impide que se supere la pérdida del ser amado; segundo, porque se mercantilizan los restos y se les da el valor de un objeto, y tercero, porque lo consideran una falta de respeto al tratarse de los restos de un cuerpo que no les pertenece.
Hace 13 años, la marca española Algordanza llegó a México con la promesa de conservar la esencia de alguna persona amada de la forma “más bella” posible, así, no sólo se mantenían cerca los restos, sino que se podían mostrar a los demás en forma de dije o anillo.
Arturo Lozano, CEO de esa empresa, señaló en entrevista que ese corporativo tiene presencia en 33 naciones y se adjudica el mérito de ser el único consorcio a nivel mundial que permite realizar este proceso de la forma más pura, usando sólo las cenizas de los seres humanos.
Es 100% auténtico y natural, no se agrega carbono o color, y explicó que se puede lograr incluso con las cenizas que tienen hasta 40 años de haberse inhumado o cremado.
Un reto constante al que se enfrentan estas empresas es el costo de la diamantización, puesto que la conversión más económica por la que se entrega un diamante de un carat (200 miligramos), es de 180 mil pesos.
El servicio más barato cuesta 180 mil pesos
“Desafortunadamente está cotizado en dólares y con el tipo de cambio, el más barato comienza en los 180 mil. Estos precios incluyen el cultivo del diamante, el servicio de envío y regreso, la certificación gemológica, dependiendo del diamante que se quiera. El más pequeño es de un carat y es el que habitualmente se solicita. A partir de 180 mil puedes tener el tuyo”, explicó Manuel Ramírez.
Señaló que pese a los precios y a que el mercado no es tan amplio, durante el año pasado 16 familias mexicanas optaron por esta opción, “fue más de un diamante mensual, esas son buenas cifras”.
Preocupada por hacer más accesible este servicio, la funeraria J. García López ha implementado sistemas de adquisición a “meses sin intereses”, que se definirán si la persona que se convertirá en diamante falleció o sólo es una planificación a futuro.
“Se pacta un esquema de pagos fijos con el cliente, primero hay que saber si a quien se convertirá en piedra preciosa murió, o se trata de una persona que se quiere inmortalizar en un futuro. Con base en esto se diseñan pagos en mensualidades, pueden ser hasta 30, sea que se domicilie a una tarjeta bancaria o las personas depositen en una cuenta”, detallaron en la funeraria J. García López.
Según la empresa, las mujeres son quienes más piden este proceso, y la demanda se concentra en la Ciudad de México.
Manuel Ramírez precisó que cualquier persona que sea capaz de solventar el costo de la diamantización puede solicitar el servicio: “No hacemos ningún tipo de investigación, todos son clientes, no tenemos una restricción al respecto”.
Sobre la prohibición que lanzó el Vaticano de esparcir cenizas, dividirlas, tenerlas en casa o convertirlas en recuerdos conmemorativos como piezas de joyería”, el director del Sector Funerario de J. García López indicó que esto no ha afectado los intereses de la corporación.
“No nos importa, nosotros no tomamos ninguna postura ni a favor ni en contra de la Iglesia, nos regimos bajo el esquema de mandato, lo que el cliente pida, no hacemos distinciones por religión, sólo atendemos y ya”.
En el caso de la controversia generada por la conversión en diamante de los restos del arquitecto mexicano, Luis Barragán, opina que es un punto a favor, porque a raíz de este evento la gente ha sentido más curiosidad por sus servicios.
“Se está imponiendo como moda, la gente pregunta y se interesa en lo que hacemos”, advirtió Manuel Ramírez.
Amor convertido en mercancía
En contraste, Rosa Elena Domínguez del Olmo, tanatóloga especializada en acompañar a pacientes en etapa terminal, aseguró que convertir cenizas en un diamante no es sano, porque cuando fallece un ser querido se deben cerrar ciclos y esta acción lo impide.
“Si tienes a tu papá, mamá, abuelo, novio, esposa, lo que sea, en un anillo, en un dije o en aretes, es poco probable que puedas seguir con tu vida, porque no se superó la etapa de duelo. Para las funerarias es fácil decir que es una forma de inmortalizar a estas personas, pero no piensan en los procesos que todo ser humano debe seguir”, explicó Domínguez del Olmo.
Guadalupe Camargo consideró que este tipo de tratamiento es una falta de respeto para las personas fallecidas: “Por más que haya sido un ser súper amado, tu mamá, tu papá, tus abuelos o hermanos, lo que sea, no puedes disponer de su cuerpo o restos”.
Ambas entrevistadas coincidieron en que la diamantización convierte al amor hacía los seres queridos en mercancía: “Ya no lo ves como persona, sino como una piedra preciosa, que al final es un objeto”.
El proceso no requiere regulación sanitaria
Cultivar un diamante a partir de las cenizas es posible porque éstas cuentan con los elementos minerales necesarios, como el carbono, el fósforo y el boro.
Se requieren 600 gramos para efectuar el proceso. De una cremación se obtiene en promedio un kilo y medio de cenizas.
Estos restos humanos son enviados a unos laboratorios ubicados en Suiza, donde se extraen los minerales y después se produce el diamante sintético.
Para enviar las cenizas a Suiza no se necesita de un permiso o regulación sanitaria, puesto que México forma parte de un Tratado Internacional para el libre tránsito de cenizas, en el que también participan naciones europeas.
Sin embargo, los restos sí deben viajar con el permiso de cremación que otorga el Registro Civil, y el acta de defunción de la persona que regresará en forma de joya.
Durante el procedimiento de transformación, la empresa contratada envía material gráfico a sus clientes, “para que sepan que los restos de sus familiares están en buenas manos y no pierdan detalle de la conversión”.
Los diamantes tienen una tonalidad azul que se determina por la cantidad de boro en las cenizas, lo que significa que estas gemas son únicas.
Tras 24 semanas de espera, el cliente recibe un diamante que incluye una certificación del Instituto Gemológico Suizo, y si lo solicitó (con cargo extra) podrá visualizar una pequeña leyenda grabada con láser.