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Tras presentarse el Nuevo Modelo Educativo, la Arquidiócesis primada de México consideró que la “nueva” reforma educativa plantea retos para colocar a los estudiantes mexicanos al nivel de otros países, pero al mismo tiempo representa un “atractivo botín político”, para los grupos que impulsan una ideología de género que es “capaz de desvincular de la realidad a cualquier alumno”.
A través del editorial titulado “Patología de género”, se exhortó a los padres de familia a estar atentos para intervenir en los procesos educativos y de la elaboración de contenidos de los libros de texto gratuitos y a las autoridades para que estén abiertas a reconocer el derecho de los padres a decidir la forma en que se quiere educar los hijos “a partir de las creencias familiares, así como en la disposición de prevenir la filtración de perversas e irracionales ideologías que destruyen el significado de la familia como el Matrimonio, que sólo es posible entre un hombre y una mujer y la sexualidad definida por la propia condición biológica de los niños”.
El texto del semanario religioso “Desde la Fe”, subrayó la importancia de advertir a los padres que su derecho a intervenir en el proceso educativo no está sujeto a negociación alguna. “Si es cierto que el Nuevo Modelo Educativo quiere incidir en la capacidad crítica del alumno para discernir la realidad, entonces la autoridad debe estar abierta a reconocer todo aquello que atenta contra la persona en su dignidad y naturaleza”.
El editorial destacó que se debe fomentar la inclusión y la tolerancia en las aulas para evitar cualquier forma de discriminación, “pero la educación no se ofrece en charola de plata a lobbys que quieren imponer la agenda transgénero y de arquetipos sexuales ambiguos, como sucede en naciones europeas donde el arma usual de estos grupos es la intolerancia para imponer una auténtica dictadura de pensamiento que socava la naturaleza humana y agrede a la familia con furia energúmena”.
Agregó que no es la primera vez que un presidente de la república se “sube al carro de la revolución educativa”, una de las más sonadas en todos los sexenios, no sólo por la relevancia social, sino por su histórica carencia de resultados.
Hace un recuento que desde 1970 hasta el 2000, se quiso ver en la educación un arma liberadora del individuo para alcanzar la justicia social a través de la modernización, descentralización y la canalización de recursos a escuelas y alumnos en condiciones en desventaja.
Por ejemplo “Enciclomedia”, que fue considerado el gran programa de apertura a las nuevas tecnologías para alcanzar una educación de calidad, pero paultatinamente “languideció, hasta llegar al borde de la extinción cuando fue incosteable; no faltaron los señalamientos de irregularidades en el ejercicio de recursos y deficiencias en los equipos. “Enciclomedia” fue, pues, un elefante blanco, un fracaso multimillonario del cual nadie se ha hecho responsable al día de hoy”.
El editorial reiteró a los padres de familia que deben estar atentos para no permitir que autoridades educativas, locales o federales, transformen las escuelas en “academias del relativismo y colonialismo ideológico de lobbys a consigna de la ONU”. Y concluyó que la primera gran prueba del Nuevo Modelo Educativo está por verse dado que “no debe ceder ante la ideología de género que, por sus condiciones alineantes, mejor debería llamarse patología de género”.