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El 4 de febrero, Día Mundial contra el Cáncer según la ONU, será especial para los niños con esta enfermedad que son atendidos en el Hospital Civil de Guadalajara Doctor Juan I. Menchaca. Su vida pasa entre médicos y quimioterapias, pero sonríen: su doctor no ha olvidado que ilusión es sinónimo de infancia. Es Sergio Gallegos, quien ese día dejará, otra vez, la bata blanca porque no recibirá pacientes, sino princesas, superhéroes y superheroínas. Él será un príncipe.
Para él, la rutina no existe. Aunque ese día será miembro de la realeza, al otro podría ser Iron Man o Gokú. Cada mañana llega antes de las 8:00 horas, registra su entrada y prepara el consultorio. Sin embargo, nunca es lo mismo. Guarda la sorpresa en una maleta donde siempre hay un disfraz distinto al anterior.
Sergio busca ser diferente entre los 135 oncólogos pediatras que, según el Centro de Apoyo a Niños con Cáncer (Canica), hay para atender los 7 mil 500 casos de niños con cáncer registrados cada año. Hace parecer que la labor es fácil. Junto a su equipo ha logrado pasar de 34% a 80% de niños con cáncer curados en el Hospital Civil. Pero no siempre ha sido así.
Sentir el mal en carne propia
La historia comenzó años antes cuando, a los 17 años, a un joven Sergio Gallegos le fue detectado un tumor testicular. Su familia lo llevó a Estados Unidos para ser atendido. Con los cuidados necesarios, sanó. Al recibir su alta decidió que ayudaría a quienes no tienen oportunidad de trasladarse a otro país.
Tiempo después inició sus estudios de Medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Conoció sobre el cáncer a través de las palabras de sus profesores, pero lo vivido nadie lo quita. Recuerda el cansancio después de una quimioterapia, la cabeza sin cabello y el alivio cuando los payasos iban de visita y lo hacían reír.
“A veces los médicos iban a explorarme, a tocarme. No sabían mi nombre. No violaron mi intimidad, pero quería decirles: ‘¡Oye, vas a ver mis partes íntimas! Pídeme permiso’. Tampoco había un lugar digno para ir al baño y debía esperar por horas para ser atendido”.
En sus palabras, “el tratamiento es más que dar medicinas”. Lo sabe porque una vez fue paciente. Así, el primer paso para la transformación fue aprender el nombre de las personas que atiende. Luego vino la reducción del tiempo de espera para consulta de cuatro horas a 45 minutos como máximo. De la mano, fue la creación de baños privados. Hay un largo camino detrás de las caracterizaciones.
La ilusión, todos los días
En la víspera de Navidad, por ejemplo, un trineo de sillas llevó a los niños hasta el consultorio. En ese momento podían imaginar que iban al Polo Norte. Tal vez Santa Claus les daría de una vez su regalo. Y así fue. No estaban en un hospital. Al menos no en uno como los demás.
Casi todos los pacientes del doctor Sergio Gallegos son menores con leucemia. Lo visitan con frecuencia. Su tratamiento dura, en promedio, tres años, y por eso es difícil olvidarlos. Saben que cada consulta será distinta. Ahí no son uno más.
Un día abren la puerta y está Batman; al siguiente, El Santo. La lista es interminable. Hay disfraces “de temporada”: el de Santa, Rey Mago y el de payaso. Ese tiene un significado especial: fue el primero. En 1989 comenzó a usarlo para animar los sábados de los internos del Hospital Civil de Guadalajara, sin saber que más tarde trabajaría ahí. Así continuó hasta 1992, cuando las exigencias universitarias lo obligaron a pausar su labor.
En 2005, 13 años más tarde, el 30 de abril, Día del Niño, desempolvó el traje multicolor para un evento en el Hospital Infantil de México. Luego salieron más personajes. Los niños reaccionaban bien. “Generalmente van al hospital y sólo hay piquetes. Ya no”, dice. “Los papás van relajados porque sus hijos esperan el día. No es un problema ir”.
Al llegar a la cita hay un informe sobre la enfermedad. Los papás escuchan mientras el paciente abre su regalo. La foto del recuerdo con el personaje del día, el momento más esperado, es el cierre. Hay quienes las coleccionan.
Echar a volar la imaginación
Los niños con cáncer no son sólo la enfermedad. A veces alguien debería recordárselos. Él lo hace. Les da motivos para sonreír porque no ven a un médico, sino a un héroe con superpoderes para eliminar todo malestar.
Cuando el cáncer tiene ganada la batalla, habla con la familia de sus pacientes. Aplica un tratamiento paliativo para reducir el dolor, dar tranquilidad y olvidar que, sólo en México, cada cuatro horas muere un niño con cáncer.
Cuenta que en una ocasión se vistió de charro y jugó a las carreras de caballos con un chico desahuciado a quien le encantaba montar. El papá le dijo: “Agradezco su honestidad. Él no se salvará, pero ¿sabe?, es la primera vez en meses que lo veo sonreír”.
Con cada paciente hay un acercamiento distinto. Quienes están en hospitalización son más delicados. Existe la posibilidad de contaminarlos o transmitir bacterias a través del disfraz. Para salvar esa situación porta algún “sombrero ridículo o algo parecido”.
Relata que un día había un niño internado. Estaba ilusionado porque era su cumpleaños “¿Cómo iba a hacerle? Decidí entrar, con una máscara. Busqué entre los juguetes que tenía para regalar y encontré un Spiderman, su favorito. Cuál fue mi sorpresa al entrar: estaba esperándome. Llevaba puesta una gorra del Hombre Araña. Le entregué su juguete y un pastelito. Tenía una gran sonrisa, pese a su delicado estado de salud”, recuerda.
Sólo una vez tuvo que evitar incluso los adornos en la cabeza y ponerse el uniforme de médico. A un niño con Síndrome de Down le daba miedo verlo caracterizado. Habló con él. Usó la bata blanca, pero a la tercera cita pedía que estuviera disfrazado.
Como ese, todos los casos tienen particularidades. Inevitablemente hay chicos de quienes llegan muy malas noticias. También hay presiones de dinero y problemas familiares propios. Entonces, en la noche, llega un mensaje. Es de una niña: “Doctor Gallegos, lo quiero”. Luego revisa Facebook y encuentra la foto de una ex paciente recuperada.
Día de princesas y superhéroes: nuevo reto
Este año será el segundo “Día de las princesas y los superhéroes”. Una alfombra roja los recibirá: son las estrellas del día. En sus palabras, “lo importante es hacerlos sentir niños y dejar que no domine su mente la idea de que son enfermos. Tienen sueños e ilusiones, deseos de estudiar”.
Para hacer esto posible, a partir del 9 de enero y hasta el 31 del mismo mes, recibió donativos de vestidos y trajes de superhéroes y superheroínas en el Hospital de Especialidades Pediátricas de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; el Hospital del Niño Doctor Rodolfo Nieto Padrés, en Villahermosa, Tabasco; el Centro Oncológico Pediátrico, en Tijuana, Baja California; el Hospital del Niño y del Adolescente Morelense, en Morelos; el Hospital Regional del Alta, en Veracruz, Veracruz, y las oficinas de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC), en Colima y, por supuesto, el Hospital Civil de Guadalajara. El propósito es lograr que cada vez más médicos logren sumarse a esta iniciativa.