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La muerte desnuda la realidad del mercado funerario en México. De los 4 mil 915 establecimientos de este giro que existen en el país, según datos de Inegi al primer semestre de este año, hoy no es posible determinar con precisión cuántos trabajan en la informalidad, ya que no existe un censo o base de datos que arroje tal información.
Se calcula que trabajan en esa condición entre 30% y 50% que incurren en acciones como no tener instalaciones adecuadas, sin contratos, facturas fiscales o reutilización de ataúdes. El negocio mortuorio tiene además otros dos problemas menores: presiones del crimen organizado en ciertos estados y la inseguridad.
La muerte pirata
El Consejo Mexicano de Empresas de Servicios Funerarios (Comesef) surgió hace tres años y es hoy la única agrupación nacional que pretende agrupar la parte formal del sector. Sus logros van a paso lento frente al desinterés de quienes prefieren integrarse a nivel estatal en organizaciones como la cámara de comercio, Coparmex o asociaciones regionales, lo que les resta fuerza a nivel nacional para combatir al enemigo.
“Hemos logrado sumar cerca de 180 negocios establecidos con grupos de más de una sucursal. Calculamos que representamos entre 6% y 8% de las casi 5 mil funerarias que hay en México” afirmó Óscar Padilla, presidente de Comesef y CEO del grupo J. García López. Dice que “94% o 92% restante no necesariamente son irregulares o patito puesto que hay muchas funerarias que legales pequeñas o independientes”.
Padilla consideró que la informalidad los rebasó porque las autoridades piensan que la muerte es el último eslabón de la cadena productiva. “Nadie quiere contratar nuestros servicios hasta que alguien se muere. Por eso afuera de los hospitales y ministerios públicos seguimos viendo la lucha encarnizada de las funerarias por los muertos, un mercado valuado en 12 mil millones de pesos anuales”.
En este caos intervienen varias autoridades: administrativas, ambientales, de salud y comercio, quienes en 2014 actualizaron en conjunto la NOM 036, que regula el negocio desde 2007; aunque no han logrado ejercer presión suficiente para que ésta sea publicada en el Diario Oficial de la Federación.
Las Secretarías de salud locales no se involucran del todo en la emisión de permisos sanitarios y no se realizan operativos frecuentes en el sector. “La última verificación que hizo la Profeco fue hace tres años, cuando clausuró 100 funerarias a nivel nacional, mismas que reabrieron semanas después”, recordó Padilla.
En teoría, cada establecimiento debería cumplir con instalaciones adecuadas, registro sanitario, sala de velación, embalsamamiento, área de preparación del cuerpo, padrón obrero patronal, credenciales de salud, cédula fiscal y al menos dos vehículos que operen como carroza con placas especiales. La realidad es que muchas funerarias no llegan ni a teléfono fijo y se promueven mediante tarjetas que refieren un nombre y un número celular.
“El gobierno debería revisar esto, pero sin presupuesto, ¿cómo? Hemos propuesto crear un órgano regulador desconcentrado que visite cada funeraria para determinar de qué requisitos carecen y apoyarle con esos trámites”. Pero mientras eso ocurre, dijo, la única manera de combatir la informalidad es contratando servicios profesionales de manera anticipada con funerarias formales.
La inseguridad en Edomex
De las 588 funerarias que Inegi contabilizó en el Estado de México, la parte más representativa se concentra en municipios grandes como Toluca, Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyolt (50 funerarias en cada uno). Mientras que en Cuautitlán Izcalli, Naucalpan y Tlalnepantla hay menos de 10. En Luvianos, Chiautla o El Oro no hay.
Jorge Alberto Miranda, subdirector de operaciones del cementerio y parque crematorio Jardines del Recuerdo (integrante de Comesef y Coparmex), explicó que “hay zonas con funerarias pequeñitas y la gente está acostumbrada a eso cuando tienen una emergencia. Otra desventaja es que los informales montan servicios funerarios en casa de los clientes, generando problemas en términos de salud”.
Aunque la prensa local y nacional ha registrado hechos vinculados a grupos delictivos en la entidad, al parecer aún esto no es problema para el sector. “Tuvimos que quitar el cajero automático de nuestras instalaciones por la delincuencia, robos con violencia psicológica que no respetan el dolor de las personas. Afortunadamente, aquí en Tlalnepantla nos sentimos más seguros con el cuartel grande de fuerzas militares que acaban de poner y que apoyará otros municipios cercanos como Naucalpan”.
El crimen organizado en Jalisco
En ese estado el negocio de la muerte vale 617 millones de pesos anuales, y mientras el Inegi contabilizó 513 funerarias, la Canaco local dice que son 556. El dato es que sólo 55 pertenecen a alguna agrupación, señaló Ricardo Sainz, integrante de Comesef y representante de Misión Funeral San José. La razón, indicó, es que el municipio de Guadalajara expide fácilmente estas licencias de operación.
“Los piratas nos llevan a situaciones ruinosas y si bien desde 2009 creció el número de agencias, la realidad es que las familias al solicitar nuestros servicios piden lo básico, lo más económico, por la pérdida de poder adquisitivo”. Aunado a ello, el sector no la tiene fácil por la inseguridad regional que los afecta.
Por ejemplo, en la zona metropolitana (que abarca nueve municipios) tres empresas cerraron sus instalaciones de noche y ahora sólo operan en horario matutino y vespertino. “Todavía no llegamos a casos como Tamaulipas, Coahuila o Torreón, donde definitivamente ya no velan por las noches por miedo a las represalias. Pero sí hemos escuchado que fuera de la metrópoli hay ataques y balaceras en algunos velorios”.
Sainz, quien además representa al gremio local, indicó que otro factor que los perjudica indirectamente es el número de cadáveres guardados en el forense, sin identificación ni reclamo. Las fosas clandestinas, agregó, son un punto en contra. “La prensa reportó un promedio de 40 en los últimos años, y allí tampoco hay servicios funerarios formales ni informales”.
EL UNIVERSAL buscó a representantes del sector en Guerrero, Michoacán y Guanajuato para conocer su experiencia local, pero rechazaron la entrevista por razones de seguridad.
¿Y la CDMX?
La Ciudad de México es la tercera entidad con más funerarias, 371. Estadísticamente, hay 152 defunciones por funeraria, según Inegi (censo 2014). Las principales causas de muerte son por enfermedad y accidentes, incluidos los de tránsito: 52% de las defunciones ocurren en hospitales, la mayoría de ellos públicos; 41% en el hogar, y 7% restante, en vía pública o lugares no especificados. Iztapalapa es la delegación con mayor número de decesos.
El presidente de Comesef dijo que la CDMX es una de las entidades más avanzadas en industria funeraria del país. Adelantó: “Nuestras estadísticas indican que este año habrá una reducción de entre 8% y 10% de mortandad en México por los avances en salud”.