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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Todas las mañanas Érika del Pilar Moreno de Fernández se inyecta pequeñas dosis de insulina. Desde hace cinco años le diagnosticaron diabetes tipo 1 y sus hábitos alimenticios dieron un giro de 180 grados.
Antes de ser diagnosticada se comía dos panes de dulce antes de ir a dormir. En contraste, ahora cuando acude a un restaurante o come fuera de casa se asegura de que los alimentos sean bajos en calorías, para evitar un incremento de glucosa en su sangre. Sin embargo, dice que la diabetes no frena su vida, puesto que todavía puede salir a bailar, va al cine y a desayunar con sus amigas, por supuesto cuidando lo que come.
Esta mujer de 67 años sabía que corría el riesgo de contraer esa enfermedad crónica porque cuatro de sus hermanas vivían con diabetes, pero la única forma de prevención que encontró fue la de visitar constantemente al médico para que le midiera sus niveles de glucosa.
“Me hacía chequeos. No esperaba que me diera diabetes, simplemente porque sabía el riesgo que corría por tener antecedentes en mi familia”.
A ella, sus amigos y familiares le dicen que no se ve enferma. Érika les responde que, si bien la diabetes es una enfermedad grave, en lo que debe tener cuidado es en la degeneración de ésta. “Si uno se cuida y es orientado en todo lo que tiene que hacer no pasa nada, tu vida sigue normal. Si cambias el sistema de alimentación y obedeces a los doctores uno puede seguir adelante”, asegura.
Para aprender todo lo que tiene que ver con su afección crónica y en sus cuidados, una amiga llevó a Érika a la Asociación Mexicana de Diabetes, donde le dieron sesiones de apoyo emocional, le enseñaron a usar jeringas, la forma correcta de inyectarse insulina, a medir sus niveles de azúcar y también la apoyaron en temas de nutrición.
Afirma que en México hay muchas personas que viven con diabetes sin saberlo: “Sé que hay millones de personas con diabetes en el país y no lo saben, y si lo saben su respuesta es: ‘al fin y al cabo de algo me tengo que morir’, por eso no se cuidan y entonces vienen los problemas”.
Dice que no se trata sólo del número de muertes provocadas por esta afección, sino todas las complicaciones que llegan con ella.
“Si te mueres rápido no pasa nada, pero con diabetes uno puede vivir muchos años. Es mejor estar lo más sano posible, evitar que a uno le corten alguna parte del cuerpo o perder la vista, también fallan los riñones. No es dejarse morir y ya, es vivir y lo mejor que se pueda”, insiste.
Asegura que hay farmacias en las que por 10 pesos uno puede saber su nivel de glucosa en la sangre y tomar su presión arterial, “¡por 10 pesos! Si tenemos para comprar refrescos de tres litros podemos gastar esa cantidad en un chequeo médico”.
Al saber que hoy se declaró una emergencia sanitaria por diabetes, Érika le pide a la población mexicana que se cuide, que vaya al hospital más cercano y que si le dan un diagnóstico positivo en diabetes no deje a medias su tratamiento: “Tenemos que participar todos y aprender juntos todo lo que tenga que ver con este padecimiento. Si ya nos dijeron que tenemos diabetes, pues seguimos adelante, nos cuidamos, informamos a los que están a nuestro alrededor; sólo así lograremos ser un país más sano”.