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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Todos los días Alexis Alatorre sale con su kit de medición de glucosa, sabe que no puede estar fuera de casa sin su glucómetro, insulina, tiras reactivas y material de limpieza sanitaria, productos en los que gasta al mes entre 6 mil y 7 mil pesos; de sus 20 años, ha vivido 17 con diabetes tipo 1.
“Yo tengo diabetes casi desde la cuna, tenía 3 años cuando me dio una infección en el estómago, me dieron tratamiento, pero no me curé, además me daban muchas ganas de hacer pipí, tenía mucha sed y ahí mis papás dudaron sobre qué me pasaba”, explica.
En 1999 a sus padres les dijeron que Alexis tenía diabetes tipo 1 y que no tenía oportunidad de sobrevivir, entonces lo llevaron al Hospital Infantil Federico Gómez, desde entonces su estilo de vida cambió. “Yo era un niño con obesidad y a partir de que me dijeron que tenía esta enfermedad empecé a practicar futbol, ahora es una de mis pasiones”, relata a EL UNIVERSAL.
Los primeros recuerdos de Alexis corresponden al cambio de hábitos, empezó una dieta y a practicar ejercicio. La situación más complicada en los primeros años de tener esta afección fue comprender porqué él no podía comer y beber igual que sus amigos; “lidiaba tanto con querer comer y querer cuidarme, ahora ya lo entiendo perfecto, pero de niño era más complicado”.
Otra parte dramática en la experiencia de Alexis fue el bullying; en la primaria sus compañeros lo menospreciaban. Con los maestros vivió situaciones incómodas.
“Me acuerdo mucho de la primaria, una maestra me pasaba los exámenes y las tareas si no las hacía, y sólo decía ‘es que tiene diabetes’, se compadecía y otro profe que me hacía menos, una vez entregué un dibujo, lo vio y dijo: ‘¡Ay, no!, es el dibujo del diabético’, sí me hizo sentir mal”, recuerda.
Alexis cuenta que a los pacientes con diabetes tipo 1 se les debería proporcionar un tratamiento más integral. Cuando era pequeño el IMSS sólo brindaba insulinas, pero se necesitan jeringas, plumas de inyección, un sistema de monitoreo y tiras reactivas.
Ahora tiene dos grandes metas: concluir un diplomado sobre diabetes para enseñar a la sociedad y ver a su hija de dos años crecer sana, “quiero que sepa que las personas con diabetes no somos diferentes”.