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natalia.gomez@eluniversal.com.mx
En México, a pesar de los problemas que se padecen, como la crisis económica y la inseguridad, las personas quieren celebrar. Lo hacen más por tradición, es un espacio que les puede dar un respiro ante sus circunstancias y las del país, que reconocen son adversas y siempre han estado.
Preparan la cena para festejar el 206 aniversario de la Independencia de México y se esfuerzan por pagar un poco más que el año pasado para la celebración.
La carestía ha pegado a todos, por lo que algunos negocios como los de venta de adornos no han obtenido los recursos que el año pasado sí llegaron. Los de la comida siempre venden porque la familia se empeña para que en el festejo no falte, porque “es la tradición”.
Maytenor Martínez es fontanero y electricista, asegura que “el fervor mexicano”, ese que se trae dentro del corazón, es lo que le hace celebrar aunque no hay el suficiente dinero.
“Conseguimos aunque sea un poquito y estamos presentes. Hay problemas en México pero hay que olvidarse, la vida sigue y uno tiene que preservar las costumbres mexicanas”, asegura el padre de familia que también se prepara para ir al Zócalo a dar el grito y ¿por qué no?, se pregunta, “tomar unas copas”.
Al carnicero Antonio Sánchez le está yendo muy bien en ventas de este año. La gente sí está comprando “bastante”, se llevan la cabeza y la maciza de cerdo para preparar el pozole. Mientras aplana los bisteces reconoce que también va a celebrar “porque todos tenemos que hacerlo, somos mexicanos”.
El negocio ha tenido más entradas ahora: “Hemos vendido cerca de 10 o 15 cabezas más que el año pasado a estas alturas”.
Y pese a que Antonio Sánchez reconoce que la carne aumentó su precio 20% por la cercanía del 15 de septiembre, la gente se arremolina entre los puestos de carne.
Geraldina Coronel compra la pata de res para las tostadas que acompañarán al pozole. Acepta que el momento por el que atraviesa el país es “confuso” no sólo por los gobiernos.
“El arranque de todo el problema está en el ámbito familiar. Las mamás trabajan y los hijos se crían en una guardería o en la calle, no conocemos a sus amigos ni sus problemas. Por intentar abastecer todo lo económico descuidamos factores importantes”, considera.
El avance de la delincuencia y la crisis económica desaniman a Geraldina pero dice “tener la confianza de que vamos a salir de esta crisis”. Mientras, hace cuentas de lo que gastará para la cena este año. Alcanza hasta 600 pesos, mientras que el pasado invirtió 400.
En la papelería, Georgina Baz cuenta que la gente no tiene el mismo entusiasmo de otros años. Ella cree que la situación es más difícil y por ello las ventas no se han dado.
Lo más barato que vende en estas fiestas es el papel de china de los colores patrios, los tres cuestan tres pesos. El más caro es un escudo dorado que antes le compraban las tiendas del Eje Central, pero ahora ni ellos han comprado. “No sé si no les alcanza o cómo piensan adornar”.
A pesar de las ventas menores y de su intranquilidad por los problemas del país, Georgina Baz festejará en casa, porque salir no se puede “por la inseguridad”.
También el que vende banderas de plástico con palitos de madera ha sentido la baja en las compras. No se “ha persignado” con su primera venta a medio día. Juan viene de Toluca y también va a celebrará dando el grito en el Zócalo del Estado de México.
En la cremería, Tito Sánchez no para de atender a sus clientes. Tiene muchos porque asegura no ha subido tanto los precios con tal de vender mucho más. La tostada, el maíz y la crema es lo que más le piden.
La bolsa de un kilo de maíz pozolero precocido cuesta 15 pesos. “Tenemos precios justos, las cremas son las que se elevaron. Hasta ahora ha habido poca gente, todo subió mucho, ojalá mejore”. Ha notado que el año pasado se llevaban un kilo de queso, ahora sólo medio.
En el festejo de Tito habrá para cenar lo mismo que él vende ahora. Su creencia es que el día que se festeja “debe hacerse a un lado los problemas”, porque esos nunca se van a acabar.
Ramón Martínez está comprando la crema y el queso. Reconoce que se ha gastado unos 300 pesos para la preparación del pozole, 50 pesos más que el año pasado.
“Me siento más limitado porque sube la gasolina y sube todo, pero hay que festejar, es la tradición”, dice el señor.