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El 22 de julio de 1968 policías granaderos reprimieron una riña entre alumnos de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la preparatoria particular Isaac Ochoterena. Los agentes irrumpieron en las vocacionales hiriendo a profesores y alumnos. Tres días después, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se declaró en huelga indefinida. El hecho dio inicio a una serie de manifestaciones y marchas estudiantiles.


A la UNAM, al IPN y a todos los centros educativos de la Ciudad de México, se le unieron asociaciones de maestros y sindicatos hasta convertirse en un gran movimiento social. Así, con representantes de todos los sectores, se formó el Consejo Nacional de Huelga.


El conflicto se extendió por la Ciudad de México, se quemaron autobuses y se paralizó el transporte público.


El 30 de julio, el Ejército irrumpió la Escuela Nacional Preparatoria 1 (el actual Colegio de San Ildefonso), de un bazucazo, destruyó la puerta, lo que representó el inicio de la presencia militar en el conflicto.


El 2 de octubre se convocó a una manifestación en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. El movimiento estaba ya disminuido con muchos de los líderes encarcelados, pero el ambiente social estaba muy tenso a 10 días de iniciarse los Juegos Olímpicos.


Unos minutos después de iniciada la manifestación, un helicóptero del ejército mexicano lanzó unas bengalas sobre la multitud. Con esta señal, militares, paramilitares y francotiradores abrieron fuego contra los cinco mil manifestantes, estudiantes en su mayoría. El número de muertos es desconocido hasta la fecha, pero se calculan entre 300 y 500, con más 2 mil detenidos. Este fue el fin del Movimiento Estudiantil.


Los Juegos Olímpicos se celebraron días después en la Ciudad de México sin reporte de incidentes.


En su quinto Informe de Gobierno, en 1969, 11 meses después, el presidente Gustavo Díaz Ordaz dijo: “Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación con los sucesos del año pasado”. El Ejecutivo consideraba que había cumplido con su deber al “salvar a México del comunismo”.

La lucha contra el analfabetismo 


A finales de los cincuenta, solo uno de cada dos mexicanos sabía leer, por lo tanto en 1960 se consideró prioritario ampliar las oportunidades, apoyar la enseñanza normal y la capacitación para el trabajo; incluso la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró los años de 1960 a 1970 como la Década del Desarrollo.


En ese lapso de tiempo se incorporaron más de dos millones 800 mil estudiantes, se duplicaron los recursos federales destinados a la educación, se construyeron más de 21 mil aulas y se reformaron planes y programas de educación normal.


Entre 1960 y 1964 se editaron más de 107 millones de libros y cuadernos de trabajo por parte de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG). En 1966, la Comisión extendió su oferta en apoyo a las comunidades minoritarias del país mediante la creación de libros en Braille.


En 1961 se fundó el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, organismo dedicado al desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como a la enseñanza en el nivel de posgrado en cuatro áreas: ciencias exactas; ciencias biológicas y de la salud; ingeniería y tecnología; y ciencias sociales.


A lo largo de su historia esta institución ha trabajado para generar recursos humanos de alto nivel para la investigación, la industria y la docencia.


En 1969 se integró la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI), responsable de las secundarias técnicas, que mediante un amplio conjunto de programas de adiestramiento para el trabajo industrial y agrícola, tenían como objetivo posibilitar la incorporación al trabajo de los alumnos que no accedieran a los niveles educativos superiores.


En esta década también se inició la unificación de los calendarios escolares y todas las secundarias comenzaron a regirse por un mismo programa de estudios.


En contexto

Libros de texto gratuitos. En 1962 la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG) decidió emplear una obra de Jorge González Camarena como portada de los libros: "La Patria", con una mujer de rasgos indígenas que, apoyada en la agricultura, la industria y la cultura (simbolizadas por el escudo y la bandera nacionales, un libro y diversos productos de la tierra y la industria), representaba el pasado, presente y futuro de nuestra nación.

Telesecundarias. El 2 de enero de 1968, el entonces Secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez, suscribió un acuerdo por medio del cual la Telesecundaria quedó inscrita en el Sistema Educativo Nacional, al otorgársele plena validez oficial a los estudios realizados a través de este servicio educativo, de modo que los alumnos de Telesecundaria tenían acceso a los mismos contenidos que los educandos de otras modalidades del mismo nivel.

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