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De las 63 mil muestras, como fragmentos de huesos, ropa y cabello que recolectó la Procuraduría General de la República (PGR) en el río y basurero del municipio de Cocula, donde presuntamente fueron quemados los 43 normalistas de Ayotzinapa, sólo 0.12% fueron útiles para enviarlas al Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck, en Austria, y hacer pruebas de ADN.
La Universidad de Innsbruck ha realizado cuatro pruebas genéticas a un total de 81 muestras, de las 63 mil que pudo recuperar la PGR de la zona, en donde según declaraciones de algunos detenidos fueron llevados los estudiantes para desaparecerlos.
En los próximos días se realizará una quinta prueba a 64 muestras de ropa, cabello y fragmentos de huesos utilizando una técnica llamada Secuenciación Masiva Paralela (MPS). Será la última oportunidad para intentar obtener ADN y confrontarlo con el de los padres de los normalistas, puesto que durante el proceso las muestras se consumen debido a los químicos que manejan.
En las pesquisas, peritos de la Procuraduría General de la República y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) recolectaron una gran cantidad de muestras, pero el grado de deterioro, por las altas temperaturas a las que fueron expuestas durante varias horas, redujo el muestreo a 81 piezas, que fueron enviadas a Innsbruck en diferentes momentos de la investigación.
A un año y cinco meses de la intervención de ese instituto únicamente ha sido posible identificar plenamente al normalista Alexander Mora Venancio, mientras que en el caso de Jhosivani Guerrero se obtuvieron indicios altos de probabilidad.
Evidencias. El 12 de noviembre de 2014 se enviaron los primeros 17 fragmentos óseos a Innsbruck para ser analizados y extraer el ADN. El 7 de diciembre la PGR informó que por medio del método nuclear fue posible identificar que uno de esos fragmentos coincidía con el perfil genético del normalista Alexander Mora Venancio y el de su padre Ezequiel Mora Chávez.
Los expertos de Austria realizaron un segundo análisis, llamado método mitocondrial, a las otras 16 muestras óseas que fueron elegidas por los peritos; sin embargo, no fue posible extraer un perfil genético y se ofrecieron a aplicar una tercer técnica.
“El calor excesivo ha destruido el ADN y el ADN mitocondrial en los restos, por lo menos hasta el punto en que los métodos rutinarios no pueden emplearse para un análisis exitoso”, explicó Innsbruck.
El 20 de enero de 2015, la PGR decidió que a las muestras óseas se les practicara la técnica de Secuenciación Masivamente Paralela (MPS). Innsbruck advirtió que sería la última prueba, puesto que en el proceso de identificación las muestras se degradan hasta desaparecer. El 16 de septiembre de 2015 se informó que en la prueba practicada a esos 16 restos óseos hubo la identificación parcial de Jhosivani Guerrero.
La Procuraduría General de la República envió otras 53 piezas para pruebas genéticas; Innsbruck las recibió el 1 de septiembre de 2015. En diciembre de ese año fueron enviadas otras nueve muestras óseas y de cabello recuperadas en el basurero de Cocula, así como dos fragmentos de hueso recogidos en una bolsa en el río San Juan. El viernes pasado la procuraduría anunció que no hubo más identificaciones.