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María había pensado que su primer bebé lo tendría entre los 16 y 18 años. Su deseo se adelantó, a los 13 quedó embarazada de su novio, quien le llevaba cuatro años. Los dos menores de edad ahora esperan a su primer hijo, aún no le eligen nombre.
Cuando se enteró que estaba embarazada se dijo a sí misma: “Debo hacerme cargo, ni modo de no hacerme cargo de lo que yo hice”. Cuenta que el padre del niño le aseguró se haría responsable. Estudiaba el segundo año de la secundaria, en Iztapalapa, cuando se enteró que un bebé estaba en sus entrañas.
Empezó con mareos, ascos y vómito. Su madre, quien tuvo a su primera hija antes de los 20 años, se dio cuenta de sus reacciones y de inmediato la llevó al médico.
“Los primeros tres meses me sentía mal y me dolía la panza, vomitaba todo lo que comía. Fui al doctor y me dijo que tenía inflamado el intestino, me mandaron medicamento y no funcionó. Fue cuando mi mamá me dijo que me fuera a hacer una prueba. Al principio se enojó y me comentó que por qué habiendo tantos métodos anticonceptivos no había utilizado alguno de ellos. Sí se enojó, pero luego dijo ´ni modo´”,comenta.
María reconoce que sabía de los métodos anticonceptivos, “conozco el DIU, el condón, pero no sé cómo se utilizan”, no está enterada si su novio tiene conocimiento del tema.
María está en un albergue de la organización Vifac, al que llegó desde hace tres semanas, en donde convive con otras chicas que enfrentan un embarazo inesperado y se encuentran en condiciones precarias. En ese lugar, donde sólo puede ser visitada por su padre y su madre, quienes están separados, ofrece contar su historia. Hoy tiene 27 semanas de gestación y le faltan tres meses para conocer a su pequeño. La adolescente dice sentirse feliz por su embarazo.
Reconoce que empezó su vida sexual a temprana edad y siguió con ella sin preocuparse por los embarazos, porque antes no le había ocurrido. “Cuando me dijeron que estaba embarazada sentí emoción y a la vez la preocupación de qué voy a hacer”.
Su idea era diferente. “Yo había deseado tener un bebé, pero un poquito más grande, mi plan era tenerlo a los 16 o 18 años”, dice.
María desea que su hijo se desarrolle bien, también expresa su intención de seguir estudiando —aunque acepta que no le gusta mucho la escuela—, pero lo hará una vez que su hijo pueda ir a una guardería.
Ahora su mamá y su papá la apoyan. No tiene claro cuáles son los pasos que seguirá ahora que su hijo nazca, pero se ilusiona al pensar que podría estudiar para ser chef.
Ella no recuerda cuál fue su primer contacto con la información sexual. Dice que no ubica haber visto en televisión o internet algo relacionado con el tema. La niña, que tiene cinco hermanos más y cumplió el 25 de febrero pasado 14 años, apenas muestra una pancita. Está consciente que podría haber riesgos para su bebé y para ella por ser tan joven. “Me han dicho algo los doctores, pero no lo tengo muy claro”, dice.
María tiene Facebook, igual que sus otros compañeros a los que dejó en ese segundo de secundaria. La niña que cuidará un niño se prepara para otro tipo de actividades, muy distintas a las que realizaba en la clase de su taller de dibujo de la escuela.
Sin embargo, recuerda con ilusión lo que ella decía, de chiquita, que quería ser cuando creciera. “Primero decía que ser militar, luego de la Marina, luego que policía federal, me llamaba la atención”, lo cierto es que en unas semanas María se convertirá en mamá.