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Un grupo de ocho jóvenes procedentes de Costa Rica llegaron a instalarse en el Zócalo capitalino desde las 05:00 horas. Pertenecen a la Pastoral Juvenil y en cuanto supieron que el Papa venía a México decidieron, por su cuenta, contratar un vuelo y quedarse todos en un sólo cuarto para minimizar costos.
“Nos organizamos para venir. Cada quien pagó sus gastos, el boleto nos costó a lo mucho 500 dólares y la estancia —entre todos— 280 dólares, porque es un cuarto para ocho personas, lo reservamos hace dos meses”, dijo Jason.
Los jóvenes se abrazan en su bandera para presumir su nacionalidad. No lo hacen para cubrirse del frío intenso, porque incluso uno de ellos trae solamente una playera. Emocionados con responder sobre su catolicismo, identifican que el carisma de Francisco y de Juan Pablo II son similares, pero identifican en el primero una apuesta mayor.
“El papa Francisco apostó por el sentido de la gente y el de la humildad. Lo vimos llegar al aeropuerto y su caminar es el de una persona normal. Es imponente, pero es muy humilde”.
A unos metros, ni la baja temperatura ni la discapacidad para caminar hacen que María del Carmen Trevilla Chávez deje de cumplir su sueño. “Mi nieta consiguió un boleto, no quería venir, pero dije: ‘Si el Papa recorrió tantos kilómetros para venir a México, porque yo no’”, comentó mientras se cubre del frío con varias cobijas. Originaria de Pachuca y con más de 60 años está lista para ver al líder religioso, aunque está triste porque no preparó una porra especialmente para él.
Con información de Fanny Ruiz
